Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo I (1909).djvu/235

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biendo sequía, consulta; para saber de qué está enfermo el que se muere, consulta. Y si los hechos augurados fallan, ¡ adiós, pobre bruja! su brujería no la salva de las garras de la sangrienta preocupación,—muere.

No obstante, es un artículo abundante entre los indios, prueba evidente de que el charlatanismo tiene su puesto preferente en todas partes: pronosticar el destino de la humanidad y de las naciones, aunque la civilización moderna es más indulgente. Nosotros mandaremos guillotinar á Mazzini, es un gritón menos de la libertad; pero á los que hacen el milagro de la extravación de la sangre de San Jenaro, no.

Una indescriptible agitación reinaba en el toldo de Mariano Rosas. Indios y chinas á pie y á caballo, iban y venían en todas direcciones. Algo extraordinario acontecía, que se relacionaba conmigo.

Llamó mi atención.

Le pregunté impaciente á Mora qué sería. No pudo satisfacerme. El mismo lo ignoraba. Después supe que las viejas brujas habían andado medio apuradas. Sus pronósticos no fueron buenos al principio. Yo era precursor de grandes é inevitables calamidades; gualicho transfigurado venía conmigo.

Para salvarse había que sacrificarme, ó hacer que me volviera á mi tierra con cajas destempladas. Como se ve, todas las brujas son iguales,—la base de la nigromancia está en la credulidad, en el miedo, en los instintos maravillosos, en las preocupaciones populares.

Pero Mariano Rosas no quería sacrificarme, ni que me volviera como había venido, sin echar pie á tierra siquiera en Leubucó.

Los recalcitrantes, los viejos, los que jamás habían vivido entre los cristianos, los que no conocían su lengua, ni sus costumbres, los que eran enemigos de todo.