Por usar capa colorada me han negado el voto de los comicios.
Por usar capa colorada me han creído colorado.
Por usar capa colorada me han creído caudillo de malas intenciones. Pero entonces, ¿cómo dicen que el hábito no hace al monje?
Decididamente, Figueroa es quien tiene razón.
«Pues el hábito hace al monje, por más que digan que no».
Me quité la histórica capa, me puse de pie, me acerqué á Epumer, y dirigiéndole palabras amistosas, le dije:
—Tome, hermano, esta prenda, que es una de las que más quiero.
Y diciendo y haciendo, se la coloqué sobre los hombros.
El indio quedó idéntico á mí, y en la cara le conocí que mi acción le había gustado.
—Gracias, hermano—me contestó, dándome un abrazo que casi me reventó.
Vi brillar los ojos de Mariano Rosas, como cuando el relámpago de la envidia hiere el corazón.
Tomé mi lindo puñal, y dándoselo, le dije :
—Tome, hermano, usted úselo en mi nombre.
Lo recibió con agrado, me dió la mano y me lo agradeció.
Mandé traer mi lazo que era una obra maestra y se lo regalé á Relmo.
Ya estaba en vena de dar hasta la camisa.
Mandé traer mis boleadoras, que eran de marfil con abrazaderas de plata, y se las regalé á Melideo.
Mandé traer mis dos revólveres y se los regalé á los hijos de Mariano.
Llevaba tres sombreros de los mejores, llevaba medias, pañuelos, camisas, regalé cuanto tenía.