libertad, despertaron en ellos la idea de la fuga, á costa de cualquier riesgo.
Aprovechando una hermosa noche de luna y la confianza que en ellos tenían, echaron mano de una tropilla de caballos escogidos, y alzándose, rumbearon al Occidente. Perdiéronse por los campos, porque no eran baqueanos y porque temerosos de ser descubiertos y aprehendidos no querían acercarse á las estancias á preguntar dónde quedaba el Bragado, pueblito que conocían por haber andado maloqueando por allí, siendo muchachos.
Notada en el «Pino» su desaparición, fueron perseguidos, según supieron después por una mujer que cautivaron; pero no los alcanzaron.
En el puente de Márquez hallaron una partida de policía. La engañaron diciendo que habían venido á comercio y que se volvían para Tierra Adentro. Llegaron á la Federación, hoy Junín, después de haber andado seis días por los campos sin rumbo determinado; descansando y ocultándose entre los cardales y pajonales, y allí los dejaron pasar, mediante un pretexto igual al anterior. Entonces había paz con algunas tribus que vivían por el Toay, de modo que la composición de lugar ideada para escapar á la persecución, se concibe que surtiera efecto.
Esta es la referencia que el mismo Mariano Rosas me ha hecho. Si no te pareciese verosímil, recuerda aquello, Santiago amigo, de:
Y si lector dijeres ser comento, Como me lo contaron te lo cuento.> Mariano Rosas conserva el más grato recuerdo de veneración por su padrino; habla de él con el mayor