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Te asombrarías, si volvieses á estas tierras lejanas y vieras lo que hemos adelantado.

Buscarías inútilmente el molino de viento; el pino de la quinta de Guido se ha escapado por milagro. La civilización y la libertad han arrasado todo.

El Paraguay no existe. La última estadística después de la guerra arroja la cifra de ciento cuarenta mil mujeres y catorce mil hombres.

Esta grande obra la hemos realizado con el Brasil.

Entre los dos lo hemos mandado á López á la difuntería.

¡No te parece, que no es tan poco hacer en tan poco tiempo?

Ahora la hemos emprendido con Entre Ríos, donde López Jordán se encargó de despacharlo á Urquiza.

Todos, todos han sentido su muerte muchísimo.

De esta guerrita, en la que nos ha metido la fatalidad histórica, nos consolamos, pensando en que se acabará pronto, y en que como el Entre Ríos estaba muy rico, le hacía falta conocer la pobreza.

La letra con sangre entra.

Es el principio del dolor fecundo.

Te hablo y te cuento estas cosas, porque vienen á pelo. Y no tan á humo de paja, pues, más adelante verás que ellas se relacionan bastante, más de lo que parece, con los indios.

¡No hay quien sostiene que es mejor exterminarlos en vez de cristianizarlos, civilizarlos y utilizar sus brazos para la industria, el trabajo y la defensa común, ya que tanto se grita de que estamos amenazados por el exceso de inmigración espontánea ?

Sigamos caminando...

Pasando los médanos de Ralico, se llega á la aguada de Tremencó. Son dos lagunas, una de agua dulce, la otra de agua salada. Ambas suelen secarse.