Página:Varenka Olesova (novela).pdf/112

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
108
 

Eso debe ser muy difícil. Juzgarse, criticarse, etc... No sé cómo puedo hacer eso, siendo una sola persona y no pudiendo partirme en dos. Además, se diría, oyéndole a usted, que usted sólo conoce la verdad... Ya sé que todos creen lo mismo, y yo también... Eso prueba que todos se engañan, ya que usted mismo dice que la verdad es una para todos... ¡Mire usted qué prado más bonito!

Hipólito Sergueievich miró sin contestar a aquellas palabras. Sentía cierto descontento. Estaba acostumbrado a considerar unos estúpidos a quienes no se hallaban de acuerdo con él. Por lo menos, los consideraba incapaces de discernir sensatamente y le inspiraban una mezcla de desprecio y piedad. Pero aquella muchacha no le parecía tonta y no le inspiraba el mismo sentimiento que sus demás contradictores. "Probablemente—se decía, tratando de explicarse el fenómeno—eso obedecerá a que es muy guapa. Por otra parte, sus discursos extraños tienen cierta originalidad, y la orignalidad es tan rara, sobre todo entre las mujeres"...

Como hombre de alta cultura, procuraba tratar a las mujeres como iguales al hombre; pero en el fondo de su alma tenía de ellas un concepto escéptico e irónico.

Caminaban por un ancho prado casi completamente circular. El camino lo atravesaba y desaparecía en el bosque. Se alzaban en medio unos cuantos castaños, jóvenes y esbeltos, que proyecta-