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¿Acaso solamente la curiosidad que nos inspira un conocido nuevo?" No le cabía duda de que ella buscaba su trato, y lo atribuía a su coquetería, oculta bajo una máscara de candidez.

"Me creerá tonto... y esperará que me vaya despabilando?" —La tía Luchitsky tiene razón: va a llover—dijo Varenka, mirando a lo lejos—. Mire usted a aquella nube... Además, se nota el bochorno que anuncia siempre la tormenta.

—¡Qué fastidio!—contestó él—. Tendremos que volver y prevenir a mi hermana.

—¿Para qué?

—Para volver a casa antes de que llueva.

—¿Cree usted que vamos a dejarles marcharse?

No tendrán ustedes tiempo de llegar a su casa antes de que llueva. Tienen que esperar aquí.

—¿Y si está lloviendo hasta la noche?

¡Dormirán ustedes en casa!—dijo Varenka con tono categórico.

—No. eso no es cómodo—contestó el catedrático.

¡Dios mío! Es tan terrible pasar una noche sin comodidades?

—Para mí no tiene importancia.

—Bueno, pues de los demás no se preocupe usted. Que cada uno piense en sí.

Seguían avanzando. Frente a ellos, una nube obscura trepaba rápidamente por el cielo. A lo lejos se oía ya el trueno. La atmósfera era a