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soñar! Es usted tan grave, tan severo..., Usted se encargará del timón, ¿verdad? Iremos contra la corriente. Río arriba el paisaje es más bonito...

Además, es siempre más interesante ir contra la corriente; se mueve uno más, hace esfuerzos, tiene una sensación más intensa de la vida.

El bote, en el agua, empezó a balancearse con suavidad; pero una enérgica remada lo puso en seguida paralelo a la orilla, y un segundo impulso lo hizo avanzar rápidamente.

—No nos apartaremos mucho de la orilla montañosa, y así estaremos a la sombra—dijo ella, remando con ímpetu—. Lo que ocurre aquí es que la corriente es flojita... No es como la del Dnietre... La tía Luchitsky tiene una finca a orillas del Dnietre, y yo me he paseado por allí mucho en bote. ¡Qué corriente, Dios mío! ¡Es terrible! Le arranca a usted los remos de las manos... ¿No ha visto usted nunca la parte del Dnietre en que interceptan el río montones de piedras enormes.

—No.

—Yo atravesé una vez en bote ese terrible sitio. ¡Ah, qué gracia tuvo! El bote estuvo a punto de estrellarse... y yo estuve a punto de aliogarme...

—¡No le veo la gracia!—dijo gravemente Hipólito Sergueievich.

—Yo no le temo a la muerte... aunque amo mucho la vida. Acaso el otro mundo sea tan interesante como éste.