Página:Varenka Olesova (novela).pdf/58

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
54
 

corazón, la cara deforme y un espíritu cultivado.

Le enojaba hablar de aquellas verdades banales.

Antes de conocer a Varenka, ni siquiera se acordaba de ellas, y a la sazón, al mismo tiempo que las aducía, le parecían anodinas y viejas. Y se daba cuenta de que eran inútiles, de que la muchacha las oía como quien oye llover.

—¡Ya hemos llegado al río!—le interrumpió ella alegremente.

"Quisiera—pensó él—que me callase." De nuevo en el bote se sentaron uno junto a otro. Varenka cogió los remos y empezó a remar con energía y rapidez. El agua gruñía bajo el bote, como enfadada. Las pequeñas olas se alejaban hacia la orilla.

Hipólito Sergueievich la miraba correr en sentido contrario al del bote y se sentía cansado de cuanto había dicho y oido durante el paseo.

¡Mire usted qué de prisa vamos!—le dijo Varenka.

—¡Sí!—contestó él sin mirarla.

Sin verla, adivinaba el encanto de su cuerpo inclinado.

No tardó en aparecer el parque. Minutos después avanzaban a lo largo de la avenida. Salía a su encuentro, gentilísima, con una sonrisa significativa, Isabel Sergueievna. Llevaba en la mano unos papeles.

— Han dado ustedes un largo paseo !—dijo.

—¡Sí!—respondió Varenka—. Y tengo un ape-