Página:Viaje de exploracion en la Patagonia Austral - 1886.djvu/107

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
101

ser pantanosa, continuamos nuestra ruta invariable al oeste 10ºS.

Pero, desde ese lugar, la planicie del valle empezó á trasformarse en lomadas cortas, cuya altura aumentaba visiblemente y cuando conseguíamos salvar una de ellas, la vista deseosa de dominar la estension tropezaba con un nuevo obstáculo mas grande y denso aún, porque era tan ondulado el terreno del valle que apenas veíamos el vértice de uno que otro pico cortante de la cordillera.

Nunca habíamos tenido tanto deseo de ver el mas allá.

Llegó un momento en que no pude dominar la impaciencia, porque los minutos me parecian horas — y picando espuelas me lancé á la carrera, siguiéndome todos, con igual entusiasmo.

Habíamos penetrado, una vez mas en el laberinto de montañas y valles que constituyen los contrafuertes de los Andes, privilegiada región que en ese momento nos extasiaba con sus primores y encantos.

El rio corría, estrechado por suaves ondulaciones del terreno, salpicadas de verdes florestas; después montañas con bosques de follaje mas oscuro, contrastando con el verde muy claro de algunas llanuras iluminadas por los rayos del sol, que inclinándose al ocaso hacia que la sombra de los árboles se proyectase en dimensiones gigantescas hacia el Este.

En la montaña, algunas manchas rojas, correspondian á piedras enormes desquiciadas de su centro; mas arriba la nieve coronando las cúspides y mas alto aún, el aire azul en el dominio de las nubes, cubriendo la tersa hermosura del paisaje.