Los primeros viajes que se hicieron por la cordillera mas allá de los 40° de latitud, fueron para buscar las decantadas ciudades de los Césares [1] que la ignorancia de unos i la malicia de otros colocaba al Oriente de los Andes entre esa latitud i el Estrecho de Magallanes, según la fuente en que bebian las noticias, i el fundamento en que apoyaban los desvaríos de su ignorancia.
Habiendo naufragado uno, según Herrera i dos según otros autores, de los tres buques despachados por el Obispo de Placencia en el año 1539 al pasar por el Estrecho de Magallanes en dirección a las Molucas, se formaron mil conjeturas sobre la suerte de los náufragos, i siendo aquel siglo fecundo en descubrimientos maravillosos, no fué difícil persuadirse de que habian encontrado con un país rico i mui poblado, donde habian fundado una ciudad con todas las grandezas capaces de inventarla mas exaltada imajinacion. Catorce años después, aparecieron en Concepción Pedro de Oviedo i Antonio del Cabo confirmando estas sospechas, que protestaron como testigos de vista, ser realidades en una larga narración de su naufrajio, de las aventuras del viaje, i de la buena suerte con que habian fundado aquella ciudad que con sus inmensas riquezas convidaba a los españoles.
Diversas copias de esta narración, que se hallan en la historia política del padre Lozano, corrieron por Chile i Tucuman, entusiasmando a los gobernadores i aventureros de estos puntos. El gobernador de Chile que necesitaba la jente para enviarla a las colonias del territorio Araucano, atajó los pasos de los que iban a pasar la cordillera por el boquete de Villarrica en busca de los Césares nombre que se daba a los pobladores de la tal ciudad i a los indios poblado-
- ↑ Nombre que se le había dado en honor del emperador Cárlos V.