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i que aquí se habian hecho intolerables, cesaban de picar, i disminuia su número cuando la lluvia aumentaba. Procurabamos tener paciencia en la carpa, esperando el buen tiempo; era entónces cuando la guitarra nos prestaba grande utilidad; se habia quebrado, pero mediante algunas ojotas viejas de que hicimos cola, se pudo componer; yo tocaba al flageolet, Vicente Gomez me acompañaba con la guitarra i Lenglier unia su voz al sonido de los instrumentos: concierto era este que bien podria ofender los oids delicados de un dilettanti, pero para nosotros, ménos escrupulosos en la harmonía, tenia la ventaja de hacernos olvidar la lluvia i el mal tiempo.

Nuestro pasatiempo fué interrumpido por la fuga de las cabras que dispararon al monte. Mandé en su busca, temiendo que fuese a encontrarlas como en la Biblia, algun leon devorador. Los peones volvieron sin haberlas encontrado. Al fin nos acostamos, esperando hallarlas al dia siguiente.

En la noche, truenos i relámpagos.

17 de diciembre.—Miércoles por la, mañana lluvia i viento: un os se ocuparon en buscar las cabras, otros en hacer leña, porque era probable que pasasemos todavía el dia ahí. La temperatura bajó mucho en la noche, el nivel del lago subió como cinco centímetros; piedras descubiertas el dia ántes estaban ahora ocultas por el agua; con este hecho pude esplicarme la causa de la existencia de varios árboles muertos que sumidos en el agua de las orillas, se ven en varios puntos del lago, los que mantienen su posicion natural i parecen ha ber crecido en donde se hallan; ha habido pues grandes variaciones de nivel. La boca del Petrohue no es suficiente para dar salida a las aguas del invierno, i los grandes trozos derrumbados del volcan, estrechándolo mas, han orijinado estas variaciones. El viento arrastraba de tiempo en tiempo los nublados i a cada instante, como uno es llevado a creer lo que desea, esperábamos que el tiempo cambiase. Amedio dia, mejoró, i lo aprovechamos para estopar el bote; se recojió todo lo útil entre los restos del de Muñoz Gamero i se hicieron los remos necesarios.

Las cabras llegaron, faltaba solo una oveja; talvez el leon se la comió.

Los leones de estas tierras no son tan terribles como los de Africa, pero tienen el mismo gusto pronunciado por la carne de oveja, el puma (Felix Catusleo) se sube a los árboles como el gato doméstico, cosa que jamas ha hecho el Sultan de la montaña, como le llaman

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