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habia estado en Nahuel-huapi, los acobardó con exajeraciones i se volvieron. Entonces me decidí a marchar yo mismo al dia siguiente, a fin de averiguar lo que hubiese.

Empleé el resto del dia en visitar el Tronador. Subí el Peulla, acompañado del peon, Juan Soto; la pendiente del valle aumentaba al acercarse al oríjen i las sinuosidades del torrente se multiplicaban. Encuentro en medio del valle una isla cubierta de árboles verdes, que la violencia de las aguas del Peulla parecia haber respetado, apesar de lo poco que sobresalia del lecho del rio. Casi al fin del valle apercibí sobre la Cordillera del Este, tres avalanchas (lavines) que separadas de la cima i detenidas entre los árboles, a la sombra de ellos, se conservaban intactas en una posicion perpendicular; atravesamos una punta de bosque de este lado, i entónces vimos el lado occidental del Tronador que va a perderse en una quebrada; desesperaba ya de poder ver el ventisquero que debia dar nacimiento al torrente, mi vista se hallaba obstruida por un espeso bosque que hacia punta en el Valle, cuando rodeandolo llegamos al frente de una pared vertical; teniamos entonces a la derecha la falda que vista del campamento, dibuja una línea verde bien marcada sobre el fondo blanco de nieve del Tronador, i a la izquierda, una colina amarillenta formada de arcilla i de piedras; no habiamos descubierto todavía el oríjen del Peulla, i sin embargo parecia salir de la colina amarilla. En efecto, rodeando varias hileras de piedras sobrepuestas unas en otras, i despues de haber pasado algunos riachuelos amarillos, me hallé enfrente del estremo de la colina cortada a pico. Vimos entónces en la base una abertura, semicircular de 20 metros de ancho i 10 de alto; enormes trozos de hielo puntiagudos guarnecian la abertura en forma de dientes, e hilos de agua cayendo de lo alto, que parecian una melena: de la caverna por entre los dientes, salia con estrépito una columna de agua; era el Peulla.

Miéntras que yo consideraba este espectáculo curioso, de la cima de la colina, se desprendió un enorme pedazo de hielo i dando repetidos botes sobre las piedras, hizo resonar todo el valle con un horrible estrépito. Colocad aquí un hijo del cielo risueño de la Grecia i su imajinacion habrá pronto inventado una historia aterrante sobre este asunto. La abertura que da salida al Peulla seria la boca de un monstruo horrible, los dientes, las puntas de hielo que la guanecen, i la melena, los hilos de agua que caen de la cima. La colina amarillenta seria el lomo i los grandes ruidos, los rujidos rabiosos del monstruo, que teme se le arrebate su presa. En las historias de

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