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Silvestre Rojas, el famoso promotor de la fábula de la ciudad de los Césares, dice en su Derrotero que "los puelches son mui parciales amigos con los españoles i desean mucho tener trato con ellos; que tienen su cura, el cual envió el obispo de Chile, por ser los mas de ellos cristianos".

De una Relacion de Buenos Aires, citada por Moraleda, se trasluce que los indios del Este de la Patagonia consideraban la mision de Nahuelhuapi como un suburbio de la ciudad encantada de los Césares i a los misioneros como moradores de ella. El cacique Huichilec estuvo dos veces en las tolderias de Tolon i Guatoc, hijos del cacique Manquehunoi, muerto pocas años ántes, i vió allí las ruinas de casas hechas por españoles. Como sabemos, por Olivarez i por el mismo Moraleda, que oste cacique vivia en Nahuelhuapi en tiempo de Guillelmo, no cabe duda que esas casas eran las de la mision i que los españoles de la supuesta ciudad encantada, eran nuestros misioneros. Segun la misma relacion "estos españoles habian tenido grande amistad i comparanza" con el difunto cacique, pero tuvieron que retirarse despues, porque sus hijos no quisieron continuar las buenas relaciones que habian existido entre aquellos i su padre [1]. Se reconoce en esta leyenda la version, corriente entre los indios, de la historia de la mision de Nahuelhuapi. Veremos luego que el mismo cacique, ponderado como gran amigo de los españoles, fué él que, segun la relacion de los jesuitas, contribuyó mas para arruinar la mision.

Vemos a menudo en las grandes desgracias, que sus víctimas las creen orijinadas por la traicion, el espionaje o el veneno, cuando en realidad tienen causas diferentes i debidas a las faltas de los mismos damnificados. Parece que los jesuitas de Nahuelhuapi se hallaban en una condicion análoga. Es indudable que ellos hallándose frente a una tribu pérfida e indómita, descuidaron del todo las medidas de seguridad que habrian sido tan necesarias. Puede ser, pues, que su apreciacion del papel de los puelches en los sucesos que veremos desarrollarse, deba modificarse en parte.

Habian pasado cinco meses desde el descubrimiento del camino de Vuriloche i las mulas habian bajado ya tres veces a Ralun, cuando pasó un dia por la mision el correo que iba de Chiloé por la via de Nahuelhuapi con correspondencia para el gobernador de Chile. Guillelmo aprovechó la ocasion de este correo para escribir a sus superiores, comunicándoles el buen resultado de la apertura del camino. Despachadas sus cartas acompañó al correo hasta lo de Manqueunai, que era el cacique principal de Nahuelhuapi i vivia dos leguas o poco mas de la mision [2], para asistir a un enfermo moribundo. Despues de haber cumplido con

  1. Moraleda, l. c. p. 431, 504.
  2. Con los datos que poseemos podemos orientarnos perfectamente sobre la situacion de estos i el camino que tomara Guillelmo ese dia. El correo, despues de haber recorrido desde Ralun el camino de Vuriloche, se detuvo para tomar la cartas del padre en la