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disimular esas propiedades que resaltan. Aunque hayan tenido un veneno para las flechas, es difícil que hayan podido arreglarle para administrarle por la boca, sin que la otra parte se aperciba del dolo. Por último no poseemos, si estamos bien informados, datos sobre otros pueblos salvajes de la América que hayan dado venenos bajo una forma encubierta con intenciones dañadas.

De todos modos, aun cuando no queramos acojernos a la opinion de los biógrafos de Laguna i Guillelmo, considerándolos como mártires en sentido estricto, tendremos que admitir que estos ilustres campeones, lo mismo que su esclarecido compañero Mascardi, han muerto cumpliendo con su deber en condiciones sumamente difíciles i llenas de peligros.

Guillelmo es el tercero i último de los misioneros heróicos de Nahuelhuapi, que enaltecieron la modesta mision, llenándola a la vez de tantas esperanzas i de tantas penas. No incluimos entre ellos al digno padre Manuel De Hoyo, por mas meritorio que haya sido, porque su corto gobierno no ofrece interes particular bajo el punto de vista que nos guia en el bosquejo de nuestra historia. Fueron los padres Mascardi, Laguna i Guillelmo los que sobresalieron por sus empresas atrevidas i por el cúmulo de sus infortunios. Forman ademas un conjunto notable por la variedad de las aspiraciones de cada uno de ellos.

Mascardi funda la mision con el fin de rescatar a sus hermanos perdidos del fabuloso reino de los Césares.

Laguna vuelve a fundar la mision confiando en que el evanjelio i sus propias inspiraciones humanitarias venzan la barbarie.

Guillelmo, en fin, cultiva las letras i pone todo su anhelo en la apertura de una nueva ruta espedita para unir la mision con Chiloé.

Los viajes de Mascardi por "las dilatadas pampas" en busca de aquella sublime ficcion, que es la produccion mas hermosa de la poesia popular o sea del folklore de Sudamérica, forman un cuadro superior a toda ponderacion, que no pierde su interes ni aun por la infructuosidad de sus esfuerzos sobrehumanos. Estos nos dan un ejemplo de la debilidad del jenio humano, que por no saber distinguir la verdad, acomete a menudo empresas de alcance imajinario con el mismo ardor que las de importancia práctica.

Los trabajos de Guillelmose asemejan en mucha parte a los de Mascardi: vemos a ambos contraerse con todo el vigor de una alma jenerosa i entusiasta, o por decir mejor, con verdadera pasion, a la solucion de un problema: emprenden con este fin esploraciones en territorios desconocidos i desiertos; si Mascardi recorria pampas de estension casi incomensurable. Guillelmo se abria paso por los bosques i serranias impenetrables del Vuriloche. Hai aun cierta analojia entre los mismos problemas que estos campeones se propusieron resolver: el de Vuriloche no cedia casi al de los Césares en sus apariencias de quimera, los obstáculos casi insupe-