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EL FIN DE LA MISION


Faltándole repentinamente al débil edificio de la mision el sosten de su columna principal, el padre Guillelmo, le veremos desplomarse de un solo golpe poco tiempo despues de su muerte.

Avisado de ella el padre Manuel de Hoyo, quien rejentaba siempre el colejio de Castro, envió a un padre a Nahuelhuapi para administrar la mision mientras el provincial de la Orden nombrara sucesor á Guillelmo. Fué designado como superior el P. José Portel i como compañero suyo el P. Francisco De Elguea. En los momentos en que Portel se alistaba en Concepcion para salir a Nahuelhuapi, se enfermó de gravedad, de modo que tuvo que suspender el viaje. En estas circunstancias Elguea se fué solo adelante i llegó sin novedad, retirándose a su arribo el otro padre a Chiloé; las mulas volvieron para conducir al superior.

Los indios de Nahuelhuapi habian hecho en este tiempo una de sus escursiones acostumbrada para cazar animales silvestres i ganado vacuno, segun se les ofreciera. Tuvieron mala suerte i volvieron sin traer vaca alguna. En esta situacion apremiante se presentaron a Elguea, pidiéndole que les diese vacas para sustentarse, puesto que por el mal resultado de la caceria no tenian que comer. El podre se escusó, haciéndoles presente que no tenia facultad para disponer de los bienes de la mision por no ser el superior; que la mision necesitaba estas vacas para su subsistencia i finalmente les rogó con buenas palabras que tuvieran paciencia i aguardaran la venida del padre superior, quien tardaria mui poco en llegar. "Mas era querer ablandar a tigres (Olivarez)".