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D. Pedro de Usauro Martiez de Bernabé, refiere que "en el paraje Coronel las plantas de las viñas (de estas ciudades) pruebas darán de la quietud y adelantamiento con que lo poseían" [1].

La leyenda atribuye la fundacion de esta antigua poblacion a Villagra, el conquistador de Cuyo, es decir, al mismo Francisco de Villagran, cuya espedicion por Villarrica acabamos de referir. Segun el tenor de esta leyenda. Villagran perderia toda su jente, siendo el único sobreviviente, i no pudiendo volver fundaria la romántica ciudad de los Arboles en un oásis del desierto. Es verdad que este esforzado caudillo se distinguió mas que ningun otro conquistador por la vasta estension de sus esploraciones, habiendo hecho otro viaje anterior no ménos largo i penoso que el que acabamos de referir. Segun la relacion auténtica que poseemos sobre ese viaje, resulta que, aun cuando hubiera alcanzado hasta el Chadileubu, de seguro no habria tenido tiempo para fundar una poblacion [2].

El oríjen de la lejendaria "ciudad de los Arboles" debe buscarse pues, por otra parte, i nos permitimos emitir con este motivo la conjetura que haya sido fundada por los antiguos vecinos de Villarrica como una etapa en su camino a Buenos Aires. Ella quedaria abandonada despues de la caida de su cabecera fundadora, miéntras sus plantaciones seguirian vejetando en ese oasis del desierto, dándonos un testimonio i tierno recuerdo de sus dessventurados moradores.

Seria esta una base positiva a una variante de la poética tradicion de los Césares, que supone que la ciudad encantada de los españoles fué fundada por los osorneses, es decir, los sobrevivientes de las ciudades australes destruidas. Como la fantasía popular tendia a poblar los desiertos de la América con alguna ciudad fabulosa de españoles perdidos en sus atrevidas peregrinaciones, i como los náufragos del Estrecho no podrian haber alcanzado tan léjos para poblar en la rejion entre Mendoza i Nahuelhuapi, la fábula echó mano de los desgraciados fujitivos de Villarrica, Osorno e Imperial, poniéndolos a salvo en las pampas del Este, pero reclusos del contacto con el resto del mundo.

  1. P. de Usauro Martinez, La verdad en campaña, "Biblioteca Jeográfica-Hidrográfica" de Nicolas Anrique, t II, 1898, p. 181.
  2. Barros Arana, l. c. t. I, p. 403.
    Villagran habiendo reunido en el Perú una brillante fuerza para socorrer al gobernador Valdivia, tomó a su vuelta el camino por la falda oriental de la Cordillera i estableció de paso el dominio de Chile sobre la provincia de Cuyo. Obligado a detenerse durante al invierno de 1551 al otro lado de las cordilleras, Villagran mandó hacer en esos meses una espedicion a los territorios del Sur. Contábase entre los conquistadores que en aquellos lugares existia una nacion mas civilizada, populosa i hospitalaria, que poseia grandes riquezas en plata i oro. Estas fábulas, primer oríjen de la creencia en la misteriosa ciudad de los Césares, estimularon a Villagran a disponer aquella campaña. Los espedicionarios volvieron a Cuyo sin haber hallado la rica rejion de que se trataba. Villagran perdió muchos caballos, pero llegó a Chile sin mayor novedad i con su refuerzo casi íntegro.
    Observamos aquí el raro pero característico fenómeno que estas rejiones ilimitadas i desconocidas se pueblan en la imajinacion popular de tantas fábulas, que una espedicion enviada en busca de los Césares sea a su vez el oríjen de otros nuevos Césares.