Dia 26 del mismo
Amaneció en calma y no nos retiramos por la palabra que haviamos dado a los caciques de esperarlos. A las nuebe poco mas llegó uno a darnos parte como venian. Luego asomaron quasi todos hombres mugeres, y niños: trahian cueros de Huanaco para vender. Luego que llegaron como unas veinte varas antes del alojamiento se pararon todos: Salí a recivirlos, y todos se apearon. Los volvi a regalar con vizcocho, arina y abas tostadas, y quedaron gustosos. El cacique Cayeco y el capitan nos trajeron dos ovejas: al cacique dí una acha y al capitan un machete, que lo agradecieron mucho [1]. Propuse a los caciques el
- ↑ Los indios observaron en esta ocasion con los viajeros la misma costumbre que suelen usar en sus visitas. Cada cacique se considera dueño del territorio en que reside, a que nadie puede entrar sin su permiso: hai establecidas reglas fijas de etiqueta para los que llegan i para los que viven en el lugar. José Toribio Medina dice a este respecto "a nadie que llega a casa de un araucano es lícito entrar sin licencia del amo" i este suelo salir a recibir al huesped [n 1]. Por esta razon Mancuuvunay i su comitiva pidieron licencia el dia ántes i se detuvieron ahora delante del alojamiento, no moviéndose mientras Menendez no las convidara a acercarse.
Entre los víveres con que se agasajó a los indios figuraban tambien las habas tostadas. Esta es la única especie cultivada de la importante familia de las Papilionaceas o Leguminosas que se produce bien en el clima desfavorable de Chiloé. No es la primera vez que las habas sirvieran de alimento a los viajeros de Nahuelhuapi; recordemos que el padre Laguna llevó en su memorable viaje de Nahuelhuapi a Chiloé "un poco de harina de quinoa i unas habas". Estas que en otras provincias i paises mas favorecidos son poco apreciadas, valen mucho para estas latitudes i altiplanicies por ser plantas poco delicadas i sus semillas mui alimenticias.
Mientras que el cacique Mancuuvunay habia recibido ya un regalo importante, el otro cacique Cayeco no habia sido agasajado todavia. Menendez se apresura por eso a corresponder al obsequio de él con uno
Oeste i levantan mucha marejada, son comunes en el lago i suelen durar muchos dias sin interrupcion. Las relaciones modernas concuerdan con esta observacion. Parece que las borrascas del Nahuelhuapi no ceden a las de su rival, el Todos los Santos, aventajándolas aun por su duracion.
- ↑ Aboríjenes p. 291.