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cambio son abundantes los temas para ellos en todas las tierras a que dirijieron sus pasos el conquistador i el colono español. Es evidente existia un fondo para la poesía, pero que las condiciones jenerales, de que disfrutaban esas colonias, no eran propicias para darle forma concreta. El lánguido proceso de la civilizacion i amalgamacion del elemento indio no daba la estabilidad necesaria para codificar los argumentos poéticos que brotaban de la fantasía de los hijos del pais.

El espíritu romántico de los conquistadores, no satisfecho con las inmensas riquezas obtenidas en la reparticion del botin de los imperios destruidos de los Incas i Aztecas, soñaba aun con otros tesoros inagotables, pero imajinarios. Como los que se hallaron, escedian toda ponderacion i toda analojía conocida en la historia, era casi óbvio que se figuraran la existencia de otros mayores i aun de una clase fabulosa en las vastísimas comarcas que quedaban por descubrir.

Juan Ponce de Leon salió ya en 1512 (o 1513?) de Santo Domingo "en demanda de la isla de Bimini, donde los Indios fabulosamente decian habia una fuente, que remozaba a los viejos", descubriendo en este viaje La Florida [1]. Notemos que hacian solo veinte años que el imortal Colon habia descubierto la América, cuando hizo en ella su emerjencia esta leyenda, que fué, segun parece, la primera de que se tiene conocimiento. Es de presumir que su radio fuera rápidamente en aumento, formándose de ella los ciclos de la Gran Quibira i del Paititi (Pedro de Usauro, Benjamin Vicuña Mackenna). Usauro dice sobre ellas i los Césares con sarcasmo mui fino, que nos da una alta idea de su ilustracion: "Todo esto es novela i, a resueitar don Quijote, nos sacara de dudas"[2].

Mas vasto i variado es el otro círculo de leyendas fabulosas, que sigue al Sur de Florida en la rejion ecuatorial del Continente i de mar a mar. Es El Dorado que ha hecho un papel tan grande en el primer siglo de la Conquista, siendo perseguido con ahinco por aventureros desalmados (Lope de Aguirre) i viajeros de gran mérito (D. Pedro de Urzua, Walter Raleigh). Humboldt se ha ocupado largamente de los viajes emprendidos para buscarle en las selvas ilimitadas del Amazonas i Orinoco. En nuestro tiempo el señor F. A. Junker von Langegg [3] ha publicado una monografía de estos viajes, sin ocuparse del carácter i oríjen de las leyendas que los motivaran. Mas importante bajo este respecto es un lucido artículo publicado por D. Arístides Rojas [4].

Como tercer campo se presenta, al Sur del que precede, la rejion templada i austral del Continente, es decir Chile i la Arjentina, que es el asiento de la mas hermosa i poética leyenda de la Ciudad encantada de los Césares. Habiendo disertado largamente sobre ella en diferentes partes


  1. La Florida del Inca por Garcilaso de la Vega, 2ª ed. Madrid 1723, p. 3.
  2. "Bibliot. Jeogr.-Hidrogr." publ. por Nicolas Anrique, IIª Serie, 1898 p. 165.
  3. El Dorado, Leipzig, 1888.
  4. Foklore Venezolano, el Mito del Dorado, "La Union," Valparaiso, 24 febrero de 1894.