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Página:Vida de Don Quijote y Sancho.djvu/13

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to, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda y hasta vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías, pues no sólo de pan vive el hombre. Y apacentó su corazón con las hazañas y proezas de aquellos esforzados caballeros que, desprendidos de la Vida que pasa, aspiraron á la gloria que queda. El deseo de la gloría fué su resorte de acción.
Y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro de manera que vino d per- der el juicio. En cuanto á lo de secársele el cerebro, el Dr. Huarte, de quien dije, nos dice en él capítulo I de su obra que el entendimiento pide «que el celebro sea seco y compuesto de partes sutiles y muy delicadas», y por lo que hace á la pérdida del juicio nos habla de Demócrito Abderita «el cual vino á tanta pujanza de entendimiento, allá en la vejez, que se le perdió la imaginativa, por la cual razón comenzó á hacer y decir dichos y sentencias tan fuera de término, que toda la ciudad de Abdera le tuvo por loco», mas al ir á verle y curarle Hipócrates se encontró con que era «el hombre más sabio que había en el mundo», y los locos y desatinados los que le hicieron ir á curarle». Y fué la ventura de Demócrito — agrega el Dr. Huarte — que todo cuanto razonó con Hipócrates «en aquel breve tiempo fueron discursos de entendimiento, y no de la imagi- nativa, donde tenía la lesión». Y así se ve también en la vida de Don Quijote que en oyéndole discursos de entendimiento, teníanle todos por hombre discretísimo y muy cuerdo, mas