en llegando á los de imaginativa, donde tenía
la lesión, admirábanse todos de su locura, locura Verdaderamente, admirable.
Vino d perder el juicio. Por nuestro bien lo
perdió; para dejarnos eterno ejemplo de generosidad espiritual. Con juicio ¿hubiera sido tan
heroico? Hizo en aras de su pueblo el más
grande sacrificio: el de su juicio. Llenósele la
fantasía de hermosos desatinos y creyó ser
verdad lo que es sólo hermosura. Y lo creyó
con fé viva, con fé engendradora de obras,
que acordó poner en hecho lo que su desatino
le mostraba, y en puro creerlo hízolo verdad.
En efecto, rematado ya su juicio, vino á dar
en el más extraño pensamiento que jamás dio
loco en el mundo, y fué que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su
honra como para el servicio de su república,
hacerse caballero andante y irse por el mundo con sus armas y caballo á buscar las
aventuras y á ejercitarse en todo aquello que
él había leído que los caballeros andantes se
ejercitaban, deshaciendo todo género de
agravio y poniéndose en ocasiones y peligros,
dpnde acabándolos cobrase eterno nombre y
fama. En esto de cobrar eterno nombre y fama estribaba lo más de su negocio; en ello el
aumento de su honra primero y el servicio de
su república después. Y su honra ¿qué era?
¿qué era eso de la honra de que andaba entonces tan llena nuestra España? ¿qué es sino un
ensancharse en espacio y prolongarse en tiempo la personalidad? ¿qué es sino darnos á la
tradición para vivir en ella y así no morir del
todo? Podrá ello parecer egoísta, y más noble
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