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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

dijo que quería enviarme las cuartillas de una novela: eran los primeros gérmenes del Noli me tángere:

»—Quizás no estés conforme —me dijo— con mis ideas; pero quiero conocer tu opinión sobre el fondo y la forma.

»—Quizás no esté conforme, querido Rizal; pero lo leeré con el interés que me merecen todos tus trabajos.

»Se fué á París sin terminar su trabajo.…»

Pero antes de que le veamos partirse para el extranjero presentémosle bajo un nuevo aspecto; como orador. «Hoy pronuncié un brindis», léese en una de las notas de su diario, correspondiente al 25 de Junio de 1884. Y lo pronunció, en efecto, aquella noche. El brindis fué un pretexto para hacer un discurso político que si entonces, por la fuerza de las circunstancias, cayó poco menos que en el vacío, hoy, leído detenidamente, cuánto dice!… Con ocasión del triunfo que el pintor ilocano D. Juan Luna tuvo con su famoso Spoliarium, la colonia filipina de Madrid organizó un banquete en honor de Luna y de su compañero en arte D. Félix Resurrección Hidalgo, hijo también de aquel país. Al banquete concurrieron hasta sesenta comensales, los mús de ellos paisanos de los pintores festejados. Fué en el Restaurat Inglés, y comenzó á las nueve de la noche; hora hasta la cual Rizal había permanecido, desde por la mañana, con hambre y sin dinero, como dice en su diario. «Presidió la mesa el pintor Luna[1], teniendo á su derecha á los Sres. Labra, Correa, Nin y Tudó, y á su izquierda á los Sres. Moret, Aguilera y Mellado (D. Andrés). Además se veían entre los comensales á los Sres. Morayta, Regidor, Azcárraga [D. Manuel de], Araus, Fernández Bremón, Paterno (D. Alejandro, D. Antonio y D. Máximo), Vigil, del Val, Moya, Cárdenas, Govantes, Rico, Gutiérrez Abascal, Ansorena, García Gómez y otros muchos pintores, literatos y periodistas…

»Se levantó á inaugurar los brindis un joven médico filipino, el Sr. D. José Rizal…» — «Rizal era de palabra breve y fácil; cuando hablaba, parecía meditar cuanto decía, y su aspecto simpático, de rostro pensador, atraía desde el primer momento»[2]. — No conocemos circunstanciadamente ningún otro discurso de Rizal; vamos, pues, á darlo integro, amén de que, en lo que dijo, hállanse no pocos conceptos substanciosos; está su programa, están sus anhelos, están sus quejas, que eran las quejas de los filipinos[3]: habló así:


  1. Seguimos la reseña que dió El Imparcial, de Madrid, correspondiente al 26 de Junio de 1884.
  2. La Independencia: número citado de 25 Septiembre 1898.
  3. Las quejas de los filipinos eran desconocidas á los españoles, porque ninguno de aquéllos se atrevía á exponerlas, y menos pública-