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W. E. RETANA

«Señores: Al hacer uso de la palabra no me arredra el temor de que me escucheis con displicencia; venís á unir á nuestro entusiasmo el vuestro, estímulo de la juventud, y no podeis menos de ser indulgentes. Efluvios simpáticos saturan la atmósfera; corrientes de fraternidad vuelan en todas direcciones; almas generosas escuchan, y, por consiguiente, no temo por mi humilde personalidad ni dudo de vuestra benevolencia, Hombres de corazón, sólo buscais corazones, y desde esa altura, donde tienen su esfera los nobles sentimientos, no distinguís las pequeñeces mezquinas; dominais el conjunto, juzgais la causa y tendeis la mano á quien como yo desea unirse á vosotros en un solo pensamiento, en una sola aspiración: la gloria del genio, el esplendor de la patria. (Bien, muy bien; aplausos.)


    mente; hubiera pasado por filibustero. Según el caracterizado escritor ilocano D. Isabelo de los Reyes,
    « Los filipinos se quejaban:
    »1.º De que los frailes elevaran arbitrariamente cada año el canon sobre terrenos, á pesar de la honda crisis comercial y agrícola que atravesaba el país hace (sic) cerca de diez años, por hallarse destruídos los arrozales por nubes de langosta, los cafetales por otro bicho más terrible aún, y por los suelos los precios del abacá, azúcar, añil y otros productos de Filipinas.
    »2.º De que además del canon, los frailes exigían, se ignora con qué derecho, un sobrecanon sobre loa árboles que los inquilinos plantasen en las tierras arrendadas por ellos, en vez de agradecer este favor, por constituir una gran mejora en dichas tierras.
    »3.º De que los frailes, en vez de emplear la medida legal al recibir el canon en especie, medían el arroz en medidas de 30 á 33 gantas en vez de 25, que es la cabida del caván legal.
    »4.º Que los frailes, arbitrariamente, fijaban los precios de los productos para los pagos en metálico que tenían ellos que cobrar.
    »5.º De que amén de estos abusos inauditos, á lo mejor, usurpaban terrenos que los filipinos habían heredado de sus padres, bastando para ello incluirlos en sus mapas, ó si no, quitaban despóticamente a los inquilinos terrenos que éstos habían mejorado durante muchos años, á costa de continuos trabajos y desembolsos.
    »6.º De que los frailes perseguian despiadadamente á los que se atrevían á quejarse por la vía legal, hasta conseguir gubernativamente desterrarlos, causando la ruina de tantas familias. »7.º De que no enterraran gratis á los pobres, como está mandado, y se excedieran del arancel eclesiástico al cobrar los derechos parroquiales, despreciando la excomunión con que se castiga á los contraventores, y obligando por medio do maltratos á los pobres á enajenar lo poco que poseen para pagar el entierro de sus deudos.
    »8.º De que los fraíles se inmiscuyen en las cuestiones de familia y de vecindad para envenenarlas y perseguir al que se malgquiste con ellos.
    »9.º De que oprimen al clero indígena con prisiones y suspensiones arbitrarias, traslados de una provincia á otra, salvando grandes distancias y costeando los pobres coadjutores estos viajes. Así castigan á los que no saben adular á sus superiores.
    »10.º De que hacen los obispos frailes, á favor de sus hermanos, cambios leoninos de curatos, lesivos á los intereses de los sacerdotes indígenas.