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W. E. RETANA

Al académico Barrantes le dió un par de ramalazos: el primero, literario; el segundo, político. En La Ilustración Artística, de Barcelona, comenzó Barrantes á publicar lo que más tarde publicó en Madrid, en la Revista Contemporánea, y últimamente en un libro que lleva por título El Teatro Tagalo (Madrid, M. G. Hernández, 1889). Escribió Barrantes con un criterio sistemáticamente pesimista, y entre algunas observaciones críticas estimables, deslizó larga serie de conceptos crueles para los indios. Rizal los recoge, paladín una vez más de la defensa de sus compatriotas, y con sátira aguda, dando á troche y moche tratamiento de vuecencia al distinguido académico (que en Manila había desempeñado altos cargos), le demuestra cuán deficiente era la preparación técnica que tenía acerca de la materia en que se había engolfado. Y concluye con este viril arranque:

«Y ahora, para despedirme, tengo que decirle el por qué me ha inspirado tantas simpatías y me he constituido en su defensor. Al ver


    «Varios filipinos presos supuesta posesión impresos antifrailes, procuren libertad.»
    »Esto despacho es aclaratorio á el anterior que en otro lugar insertamos, y del que dimos conocimiento al Sr. Ministro de Ultramar pidiéndole proceda conforme á justicia.
    »Ahora ya sabemos de qué enorme delito están acusados aquellos infelices que gimen en la cárcel por suponer que poseen impresos contra los frailes.
    »Sin entrar por ahora en el fondo de la cuestión, debemos decir que, si se encarcelan algunos individuos por ciertos impresos antifrailes, ¿por qué no se encarcela al provocador de ellos?, ¿por qué no se le mete en chirona al R. Fr. José Rodríguez por publicar papeles antiindios y hasta antipatriotas?
    »Los libritos de Fr. Rodriguez, sus bravatas y sus insultos contra los filipinos son, á no dudar, la causa, el productor por que han aparecido en Manila ciertos impresos, y por consiguiente él, Fr. Rodriguez, es el principal causante de los delitos de que hoy se acusan á estos desgraciados que, por poseer, según el parte, algunos papeles, se les han encerrado en los calabozos.
    »Nunca ha estado mejor aplicada la ley del embudo, como en estas prisiones verificadas en Filipinas.
    »Al fraile se le deja que insulte, que haga su frailuna gana; mas al infeliz filipino se le encarcela por atreverse á contestar sus insultos.
    »Dada la previa censura en aquellas islas, no es extraño aparezcan ciertos impresos; mas no se atribuya á filibusterismo ni á conspiración lo que es reivindicar la dignidad vejada por escritos de ciertos frailes y compañía.
    »Suponemos que han sido reducidos á prisión los desgraciados por la novela Noli me tángere de Rizal según se deduce del discurso del general Pando.
    »Con esta, van dos veces que se verifican prisiones por causa de esta novela; la primera se ha hecho en la clase de estudiantes por venta clandestina de aquellos libros, y ahora se repiten por segunda vez nuevas prisiones con motivo de la misma novela.
    »¿Hase visto cosa semejante? ¡Ah! para el fraile libertad en todo y para todo. ¡Para el indio, opresión y mordaza!»