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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

uno de los bultos del equipaje de Rizal: ¡los frailes amañaron aquella superchería para perder á Rizal! ¡Qué mucho que lo hicieran, si Rizal era el mayor enemigo de los frailes y los frailes el mayor enemigo de Rizal? Así discurrían, y así continúan discurriendo después de haber cesado la dominación de España en Filipinas[1]. Pero á esto debe oponerse que para que se verificase ese juego de prestidigitación, ¿debe aceptarse como verosímil que un oficial del Ejército, llámese como se llame, se prestara á una maniobra tan indigna? Perpleja queda la crítica con tales contradicciones; y así, mientras no se aporten nuevos elementos información que disipen toda duda, no se puede, en conciencia, resolver de plano en tan delicada cuestión. Mírese como se mire, no puede solucionarse sin que el honor de alguien quede malparado; y del propio modo que sería injusto mancillar el de cualquiera de los españoles aludidos, seríalo, igualmente, sin pruebas categóricas, mancillar el de Rizal, que siempre negó categóricamente que ni él ni su hermana llevasen los papeles en cuestión[2]. Según los filipinos, todo aquello no fué sino una burda estratagema para engañar á Despujol á fin de que, indignado, atropellase á Rizal; y según los españoles[3], Rizal llevó, en efecto, en su equipaje los papeles subrepticios de que se ha hecho mérito, y, asediado por Despujol, perdida la serenidad, no sabiendo


    y con él desapareció de la escena un testigo de excepcional importancia.
    »¿De qué ha muerto el P. Rodriguez? No se tenía noticia de que hubiese estado enfermo; vivía tan robusto y tan lleno de salud. Cuando con las circunstancias expuestas ocurre un fallecimiento tan repentino como inesperado, la opinión se muestra recelosa y no perdona hipótesis para explicar la causa ocasional de la muerte. Con motivo de la del P. Rodríguez, las cartas que recibimos de Manila revelan la preocupacion general que ha ocasionado al pais este acontecimiento»…
    A estas citas podríamos añadir otras muchas, todas por el estilo. Tan graves acusaciones no fueron por nadie contestadas, que sepamos.

  1. Véase la Sensacional Memoria tantas veces citada.
  2. En la primera carta confidencial que el Comandante político-militar de Dapitan, D. Ricardo Carnicero, dirigió al general Despujol, relativa al deportado D. José Rizal (Dapitan, 30 Agosto 1892), léese, reproduciendo palabras dichas por éste á aquél:— «Tengo la completa seguridad que los papelitos que dicen haberse encontrado entre las almohadas de mi hermana, han sido puestos en Manila, y pertenecían á los muchos ejemplares que hacía unos días se habían remitido [desde Hong-Kong] á la Capital, para su distribución entre los amigos.» — Nótese, primero, que las proclamas no fueron halladas en ningún bulto cerrado, sino en un lío de almohadas, que probablemente iría envuelto con un petate; y segundo, que las proclamas de que se trata debían de proceder de las que en Hong-Kong se hacían, y no del Asilo de Malabón.
  3. Así en las cartas de Manila publicadas en algunos diarios de Madrid, tales como La Epoca, El Movimiento Católico, La Unión Católica, El Día, La Justicia y algún otro. — Conste, sin embargo, que ningún corresponsal afirma haber comprobado por sí mismo los hechos que relata.