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W. E. RETANA

dos á la Masonería»[1], dando con ello una muestra de solidaridad por los ideales que sustentaban, de adhesión al Maestro y de simpatía y amor al víctima del régimen… ¡Ah!, ¡el fraile!, ¡el eterno fraile!… ¡Y al fraile asociado perpetuamente el Gobierno!… Tenía razón Rizal: ¡todos los españoles eran unos! Y el odio al fraile hízose extensivo á los castilas[2]. Vino, pues, á ser el decreto de Despujol á manera de manantial de odios que iría vertiendo su caudal sobre la copa de la paciencia filipina… Dejad, dirían los radicales, que los castilas se desahoguen; que denigren á Rizal en la Gaceta y en los demás periódicos; ¡á trabajar! ¡Día llegará en que la copa se llene, y el líquido rebase!…


    luta de Filipinas con España por medio de procedimientos legales, extendiéndose á una protección mutua entre los asociados, en lo comercial, industrial y agrícola, por medio de tiendas industriales y reunión de pequeños capitales para establecer un Banco que librase de usuras á los filipinos. Apenas si duró seis meses escasos y desapareció bajo sus propias discusiones y egoísmos… Lo que no logró el Sr. Rizal con su Liga, consiguió el humilde almacenero Andrés Bonifacio con sus lavanderos, zacateros, campesinos y soldados rasos». —Páginas 80 y 81.
    La Liga murió apenas nacida; renace, como ya veremos, en 1893, en memoria de Rizal, pero sin que en este renacimiento tuviera Rizal arte ni parte; dura poco, y de sus cenizas surgen los Compromisarios, que, como los de la Liga, desenvolviéronse paralela, pero independientemente, de la Masonería y del Katipunan. Claro que en el fondo habla cierta conexión entre todos los afiliados á dichas Sociedades; pero no en los fines. El citado Sr. Reyes plantea en estos términos la clasificación correspondiente, con la cual nos hallamos muy conformes; dice Reyes:
    «Masón, venía á significar enemigo del fraile en general, pero no antiespañol, por lo cual comulgaban con ellos varios españoles, de cuyo auxilio esperaban los filipinos la concesión de los derechos políticos.
    »Liguero ó Compromisario, tenía marcadamente más color filipino que español; si vamos á decir la verdad, porque los filipinos todos estaban resentidos de los españoles en general, pero ninguno aún pensaba en la independencia, que creía todavia imposible.
    »Katipunero, era decididamente partidario de la sublevación.» —La Sensacional Memoria, pág. 88.
    Rizal, como habrá visto el lector, sobre no haber inspirado la creación del Katipunan, no formó, ni pudo, entre los afiliados á esta secta.

  1. Declaraciones de Antonio Salazar, prestadas en 18 y 22 de Septiembre de 1896. —Retana: Archivo, iii, págs. 162 y 191, respectivamente.
  2. «Los frailes han conseguido confundir su causa con la de España, y viendo los patriotas que hasta Terrero y Despujol, que por su rectitud les habían inspirado confianza, al fin les perseguian, de antifrailes se convirtieron en antiespañoles.» —Isabelo de los Reyes: La Sensacional Memoria, påg. 70.