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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

«Excmo. Sr. D. Eulogio Despujol y Dusay.

»Dapitan 30 de Agosto de 1892.

»Mi más respetable General: Como el Sr. Rizal llegó á alcanzar cierta popularidad en Filipinas, que á mí no me es desconocida, procuré desde el momento de su llegada á Dapitan ganar sus simpatías, cosa que no podía menos de suceder en atención al buen trato en todas ocasiones dispensado: ya con bastante confianza, y muchas veces haciéndome partidario de sus deseadas reformas, me dijo:

« —Tengo le completa seguridad que los papelitos que dicen haberse encontrado entre las almohadas de mi hermana, han sido puestos en Manila, y pertenecían á los muchos ejemplares que hacía unos días se habían remitido á la Capital, para su distribución entre los amigos. De haberlos traído mi hermana, yo lo sabría; y de tener interés en su introducción, nada más fácil [que] colocarlos en el pecho, ó entre las medias. Si hubiese hablado con mi hermana, descubriría la verdad del hecho, por más que creo firmemente que ella no trajo tales hojas, y si así hubiese sucedido había que darle el título de tonta, y mi hermana no tiene nada de esto. Por este incidente es indudable que he perdido mucho á los ojos de mis paisanos, los cuales me llamarán memo, si es que no les consta ó cuando menos sospechan que los papelitos pudieron haber sido puestos intencionalmente en el equipaje de mi hermana. — Cuando el General me dió conocimiento del parte que había recibido del Jefe de la Aduana, créame Vd. que no me daba cuenta de lo que por mí pasaba, y grande fué mi sorpresa cuando ordenó se me condujese á la Fuerza de Santiago. En ella estuve 8 días sin que se hubiese formado expediente, ó al menos yo no presté declaración, cosa que esperaba sucediese para poder defenderme de lo que parece disgustó más á S. E., que fué de cuanto se hacía referencia en dichas hojas al dinero del Papa, que después de todo la noticia la había insertado toda la prensa europea, de donde se tomó y extractó en la hoja. — Á decirle á Vd. verdad, yo no me lamento del rigor que conmigo ha empleado el Gobernador general, porque de él espera mi país grandes reformas, y esto me satisface sobremanera. Podía escribir, entre otros, á Pi Margall, Linares Rivas y Govantes; pero la gran consideración que me merece el General, los favores dispensados á mi familia y sobre todo el no crearle obstáculos para que plantee sus reformas en Filipinas, hacen que me abstenga y no quiera darle publicidad á lo sucedido, por más que á mis amigos de Madrid, les ha de extrañar no conteste á sus cartas con la frecuencia que acostumbro, y que es indudable tendré detenidas en Hong-Kong, á la vez que sospecharán, en vista de mi silencio, que algo nuevo me pasa. — Por lo demás,

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