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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

des de todas las criaturas en ser las unas conoscedoras y otras cognoscibles, habló de la Filosofía desde su origen hasta nuestros dias. Como era de esperar el misterio de la revelacion no se pasó por alto. Demostróse el empeño de Dios en enseñar é ilustrar al hombre como el medio de hacerle más perfecto. — Al terminar se encargó al señor D. Anacleto del Rosario la mision de hablar en la siguiente sesion.» (Sin fecha ni firma.)

[Acta 6.ª]

«Cuarta sesion. — Reunidos en esta cuarta sesion los académicos tuvieron por primera vez el placer de oir á uno de sus compañeros el Sr. del Rosario, como exponía y dilucidaba los varios sistemas que sobre la composicion de los cuerpos se han expuesto por los sabios. El Rdo. P. Pablo Ramon le felicitó en nombre suyo y en el de los demás por el buen desempeño de su cometido. Tomó la palabra para ilustrar mas aun á sus atentos y ansiosos oyentes. — Encargóse al señor D. Glicerio Auzon de hacer un resumen de cuanto importante en su precioso trabajo ha dicho el Sr. del Rosario. Se convino en conservar en el archivo la primera produccion de la Academia.» (Sin fecha ni firma.)


En el cuaderno no se hallan más actas, las cuales, sin duda, eran extraoficiales: lo demuestra así el que careciesen de fecha y otros detalles. Rizal tomaba nota por gusto, rindiendo tributo á su afición de apuntarlo todo, de conservar recuerdo de los hechos de su vida. Ya se verá más adelante lo meticuloso que era en este particular.

Decídele á venir á España otra casualidad. Óigase á uno de sus panegiristas: «Brilló en la facultad de Manila, de la que salió para la Universidad Central, quizás contra su deseo, porque un catedrático de la Real y Pontificia insultaba á diario á los alumnos menos aprovechados, y Rizal, que no fué jamás de los reprendidos, se revolvió contra aquel abuso, y el catedrático juró no aprobarle nunca»[1].

Esta vita trae á la memoria los capítulos xii y xiii de su novela El Filibusterismo, donde describe una cátedra de la Universidad manilana y las tribulaciones de un pobre estudiante, tímido y de escasas luces, llamado Plácido Penitente. Dichos capítulos tienen una intensidad extraordinaria. El pobre Plácido es objeto de la befa y el escarnio por parte de sus profesores frailes. En el capítulo xiii, Rizal se despacha á su gusto contra los dominicanos catedráticos: si el estudiante es listo, el profesor procura azorarle y acaba por hacerle un lío,


  1. La Independencia: número del 25 de Septiembre de 1898. — Los jesuítas confirman la noticia en su opúsculo Rizal y su obra, cap. V.