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de su prudencia, y se apoyaba, para gobernar el Estado, en la sabiduría, y en las ideas de sus Ministros. Gustaba de tomar consejo, hasta sobre las cosas ordinarias, y se complacia en exâminar las respuestas de sus Consejeros. Si sus dictámenes le parecian alguna vez poco conformes á la razon, no los seguia; pero disimulaba lo que hallaba de vicioso, entreteniendo así la confianza de sus Ministros, y aquel candor con el qual les comunicaba sus pensamientos. Quando sus consejos eran sabios, no se contentaba con seguirlos; afectaba elogiarlos para animar así aun mas á los que los habian dado, y excitarlos á aclarar sus pareceres. Si estos se apartaban un poco del justo medio, que siempre ha de seguirse, cogia los dos extremos, los pesaba maduramente en la balanza de la razon, y descubria el punto justo que separaba con igualdad los dos terminos opuestos. Por semejantes cuidados llegó Chun á ser tan grande Emperador.
XXI.
Reynar es dirigir. Príncipes: dad vosotros mismos el exemplo de la rectitud y de la hombría de bien, y nadie osará el dexar de imitaros.
XXII.
La principal ciencia de los hombres destinados á mandar á los otros, es la de cultivar y pulir la razon que han recibido del Cielo; de suerte, que lim-