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XXVI.
El Monarca debe instruír á sus pueblos. ¿Pero irá á la casa de cada uno de ellos á darles leccion? No, sin duda; pero con su exemplo á todos habla y enseña.
XXVII.
Príncipe: tú debes ser un sabio administrador de tu Imperio: ensayate en la interior de tu familia: en ella encontrarás el modelo que debes seguir para la buena institucion de todo un pueblo.
XXVIII.
Para arreglar bien una familia es menester desde luego arreglarse uno á sí mismo: es preciso hallar en su propia persona el modelo que debe proponerse en el régimen de una familia entera.
XXIX.
Empieza, pues, por rectificar tu alma, por domar, y moderar los afectos que la apartan de su primera rectitud, y la abaten hácia el vicio.
XXX.
No puede llegar á este grado sin penetrar al entendimiento de la verdad, y despojarle de todo error, de toda falsedad, y de toda preocupacion. La voluntad entonces queda pura, y recta la intencion, y no se desea otra cosa, que lo que es justo y honesto, sin apartarse, sino