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tros, y no tener con nuestros semejantes sino un mismo sentimiento en la desgracia y en la prosperidad.
Aquel á quien esta piedad aníma puede trabajar en su propia elevacion, y buscar el brillo de las grandezas; pero al mismo tiempo procurará con sus consejos y socorros levantar al desgraciado, á quien su flaqueza, ó la obscuridad de su nacimiento, tienen aislado en la tierra, ó que los reveses de la fortuna han trastornado.
Si es penetrante en el conocimiento de las cosas, no sufre que los otros yerren ciegamente, vencidos por los trabajos y las dificultades. Él los ayuda y sostiene, allana el camino delante de ellos, los arranca de las tinieblas de la ignorancia y del error, y los conduce al santuario de las ciencias.
Luego que esta piedad habrá establecido firmemente su imperio en todos los corazones, el universo entero no compondrá sino una sola familia; los hombres todos no serán ya sino como un solo hombre; y por el lazo felíz, y el admirable acuerdo de los grandes, de los hombres de una condicion mediana, y de aquellos de las últimas clases, la humanidad entera no parecerá ser sino una sola substancia.
XL.
Amemos, pues, á los otros como á nosotros mismos, midamos á los otros por nosotros, y estimemos sus penas y sus gozos