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XCII.
La virtud ocupa todo el espíritu del sabio; y el interés todo el del necio.
XCIII.
El filósofo tiene habilidad para discernir aquello que es correlativo á la virtud; y el necio y malo para lo que se acuerda con sus ventajas.
XCIV.
Yo comparo al que descuida los conocimientos mas necesarios, á un hombre que estuviera con la cara apoyada contra la pared, sin poder dar ni un paso, ni ver cosa alguna al rededor de él.
XCV.
¿Qué puede hacerse con un hombre que jamás pregunta el principio y la razon de las cosas?
XCVI.
El sabio es lento en sus discursos, y pronto en sus obras.
XCVII.
¿De qué sirve la grande facilidad de hablar? Agobiar á los otros con la eloqüencia propia, es hacerse enemigos.
XCVIII.
Quando yo oía hablar á los hombres, en los primeros años de mi vida, creía que obraban del mismo modo; pero he cono-