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zan de este objeto, tan justamente amado.
CXVI.
¿Podremos nosotros llamar quadrada á una figura que no esté acabada por quatro ángulos iguales? Así del mismo modo, el Rey que no tendrá las qualidades de un Rey, el hombre que no tendrá las qualidades de un hombre, ¿merecerán, el uno el nombre de Rey, y el otro el nombre de hombre?
CXVII.
Entre aquellos que son llamados á los grandes empleos, ¡quán pocos son capaces de ocuparse sin dilacion, sin negligencia, y sin frialdad del cuidado del Estado: de despojarse sin queja y sin pesadumbre de sus dignidades, y de volver con alegría á su casa, para entrar de nuevo en las obscuras funciones de la vida privada!
CXVIII.
Yo me alimento de manjares los mas comunes: mi codo doblado sobre mi cabeza me sirve de almohada quando el sueño me rinde; y puedo asegurar, que en esta vida tan dura, el filósofo sabe hallar placeres, porque la virtud tiene sus delicias en medio de los sufrimientos.
CXIX.
Hay tres cosas de las quales hablo rara vez, y siempre en pocas palabras: de los negocios públicos: de los prodigios; y