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de los espíritus celestes, cuya naturaleza y atributos, son de tal modo superiores á nuestra inteligencia, que somos incapaces de hablar de ellos dignamente.
CXX.
Aunque dos hombres solamente estén conmigo, yo sabré muy bien encontrar entre ellos un maestro, y puede ser que los dos me den lecciones. Si el uno es bueno y el otro malo, seguiré las virtudes del primero: observaré callando los vicios del segundo, si me hallo infestado de alguno de ellos, me corregiré.
CXXI.
Tres cosas debe reverenciar el sabio; las leyes de la naturaleza, los grandes hombres, y las palabras de las gentes honradas.
CXXII.
Si, privado de luces, y vacío de virtudes, se quiere afectar ciencia y sabiduría: si en una fortuna mediana se quiere desplegar magnificencia: se engañará algun tiempo; pero será necesario mucho trabajo para sostener la impostura, y el fraude no tardará en manifestarse.
CXXIII.
¿Está lejos de nosotros la virtud? Si la busco, ella misma viene á mí. No hay que buscarla fuera; ella nace con nosotros.