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bernar bien: estas son: que no te apresures imprudentemente, y que no prestes demasiada atencion á ventajas de poca importancia. En apresurándote demasiado verás mal los inconvenientes, que solo el tiempo hace conocer; y en inclinándote á pequeñas ventajas, no podrás ya prestar atencion á las cosas grandes.
CLXXIV.
Yo coloco en las primeras clases de la sociedad á los hombres que en los grandes empleos, correspondiendo á la esperanza de la nacion, y á la confianza del Soberano, se horrorizan hasta de la apariencia, de la baxeza y de la iniquidad.
Pongo en segundo lugar á aquellos que merecen la estimacion de sus allegados y de sus iguales.
Y doy al fin el tercer lugar á aquellos hombres de bien, que contentos en su obscuridad, se entregan unicamente á las ocupaciones que les son propias, y aplican todos sus cuidados para desempeñarse bien. Su entendimiento es limitado, ya lo veo: sus disposiciones ordinarias, consiento en ello; pero no ofenden á nadie, y entregados enteramente á lo que les conviene, no son indignos de elogios.
CLXXV.
No te apresures en aprobar al hombre amado del pueblo, ni condenes al aborrecido de él: yo miraré siempre como un sabio al