[150] | [151] |
CLXXX.
El sabio puede faltar alguna vez á las leyes de la perfecta virtud; pero ellas son superiores á las fuerzas del malo.
CLXXXI.
No engañes al Príncipe; atrevete á desengañarlo quando él mismo se engaña.
CLXXXII.
¿El que ama, puede disimular faltas graves al objeto amado? ¿Y el Ministro fiel puede dexar de advertir á su amo sus deberes?
CLXXXIII.
Quando el Príncipe olvida sus obligaciones, el Estado puede sobstenerse todavia, si el Ministro es capaz y virtuoso.
CLXXXIV.
Se halla freqüentemente unida á la mas brillante riqueza de palabras, una grande pobreza de acciones.
CLXXXV.
Los antiguos estudiaban para ellos mismos: cultivaban las ciencias para adquirir la sabiduría; pero hoy se estudia para brillar á los ojos de los otros, y merecer honores, riquezas, y vanos aplausos.
CLXXXVI.
El sabio se avergüenza de sus palabras, quando exceden á sus acciones.