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CCXXII.
¿Hombres despreciables y viles podrán, aun con talentos, servir al Príncipe y á la Patria? No, sin duda. Mientras no son elevados á los empleos, solo piensan en obtenerlos; y quando los tienen solo tratan de no perderlos. Nada hay de que no sean capaces para conseguirlos, ó para conservarlos: y así ni temerán la vergüenza, ni el crimen.
CCXXIII.
El sabio quiere exîgir la estimacion de todos los hombres; y sin embargo no es inaccesible al aborrecimiento. Él aborrece á aquellos que divulgan los defectos de los otros. Aborrece á los hombres viles, que en su baxeza se atreven á juzgar descaradamente á los xefes de la nacion, condenarlos, y murmurar de ellos. Aborrece á aquellos valentones que fieros con su valor no conocen freno. Aborrece aquella especie de hombres que se complacen neciamente á sí mismos, aferrados á su propia opinion, obstinados, tercos, y que jamás consultan á la razon.
CXXIV.
Un padre es para sus hijos lo que el Cielo mismo para las cosas criadas.
CCXXV.
La perfeccion del amor filial estriva en seguir la virtud para no hacer avergonzar á su padre, y hacer famoso su nom-