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Página:Virgilio.djvu/11

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116 — Virgilio

y abstenerme de repetir lo que otros han dicho ántes y mejor que yo pudiera hacerlo, me limito á esta indicacion. Otra noticia curiosa daré á los aficionados á esta clase de estudios: si quieren apurar hasta lo último el punto de las imitaciones de Teócrito que se hallan en Virgilio, consulten la erudita obra publicada en Paris, en 1825 (tres tomos 8.°), por el profesor F. G. Eichhoff, bajo el título de Etudes grecques sur Virgile. Allí encontrarán un cotejo minucioso, verso por verso, de los dos textos griego y latino: es libro raro, aunque tan moderno, y de que poseo un ejemplar á disposicion de los que puedan tener interes en consultarlo. Al decir del sábio profesor, sólo las églogas I, IV y VI pertenecen exclusivamente á Virgilio.....

El órden en que nos han llegado las Églogas, y en que generalmente se imprimen en todas las ediciones, que es el mismo en que las contienen los más antiguos códices, no es evidentemente el cronológico, ó sea el de su composicion. Un moderno humanista frances, M. Desaugiers, ha esclarecido con sana crítica este punto, más curioso que importante, por lo cual me limito (fiel á mi propósito de ahorrar erudicion postiza) á apuntar aquí esta indicacion; advirtiendo que, en sentir del crítico moderno, el órden que hoy llevan no se les dió evidentemente en su orígen más que con una mira, que podrémos llamar de simetría, para que alternasen las dialogadas con las que el poeta puso en relacion ó en monólogo; orden poco racional, sin duda, casi pueril, pero tan consagrado ya por el uso, que ningun editor de nota, fuera del citado M. Desaugiers, se ha atrevido á alterarle, ni es probable que ya se altere.

Los principales traductores españoles que yo conozco de las Églogas, son: Juan de la Encina, cuya obra, primorosamente versificada por cierto, no es una verdadera traduccion, sino una imitacion; puede consultarse más como objeto de curiosidad que de estudio; el M. Fr. Luis de Leon, que las tradujo en prosa y en verso, trabajos, por cierto, poco felices uno y otro; lo digo con todo el respeto que debo y profeso á aquel grande escritor, y toda la desconfianza propia de quien atropella una opinion general y el voto nada ménos que de un D. Gregorio Mayans y Císcar, que las pone en las nubes; obra probablemente de su primera juventud, de que hay várias ediciones; Juan Fernandez Idíaquez; cuyo libro, impreso en Barcelona, en 1574, por Pedro Malo, no he logrado