oscuro. Viene del araucano múlon, caracoles del mar, y hue, lugar: sitio en que abundan los caracoles, pasando así del todo a la parte. Román y Cavada.
Mero m. (Dasycephala livida).
Nombre que se da en Chile a una avecilla algo más grande que el zorzal, del araucano meru, que los españoles hemos convertido en mero, como el pez así llamado en la Península.
«Dos pajarillos hay, entre otros, en que tienen depositados sus agüeros y abusiones estos indios, y cada uno es pequeño y del tamaño de un zorzal; el primero se llama meru, de color pardo...» Rosales.
Lenz, n. 870; Román, que cita el mero de la cordillera.
Michay. m. (Berberis).
«El michay, amarillo, y de flor muy fragante...» Córdoba y Figueroa. Mencionan también este arbusto, Carvallo, Gay y el doctor Murillo. Lenz, n. 877, dice: «Del fruto los indios se aprovechaban para una chicha, que todavía se hace en Nuble; infusión de hojas y frutos se usan contra inflamaciones; la raíz y la corteza para teñir de amarillo...»
Su etimología es araucana, muchay, con el valor de u francesa, de donde el vulgar michay, que Román no acepta, en vista de que Philippi advierte que tal planta es el bérbero español; pero, ciertamente que se trata de especie diversa, tanto, que en Chile tenemos más de veinte, y pues que con tal nombre es conocida entre nosotros, consérvese el vocablo por lo menos como chilenismo.
Miñumiñi. m. (Rubus geoides).
Nombre que en Chiloé se da a una especie de zarza de «tallo herbáceo, rastrero, hojas trifolidadas y frutos verdes o amarillentos, gustosos; única especie indígena, que se cría desde Valdivia hasta Magallanes.» Philippi.
Román, que le da una etimología araucana, aunque advierte que tal voz no la traen los diccionarios.
Véase la voz meñu-piru en el del P. Augusta.