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¿Qué diré de la emoción que produce cuando uno se baja del caballo para mirarla de cerca?

Recordáis esa venia instintiva que se hace en un salón para abrir paso á una joven deslumbrante?

¿Recordáis esa inquietud de ensanche, esa ansia de disgregación suprema que distiende el espíritu cuando el aroma de una cabellera destrenzada penetra en vuestra sangre y arde en rosas de anhelo?

Recordáis ese temblor cerebral que produce el crujido de un traje de seda estrujado en la caricia?

Algo así como esos goces evoca esa quebradita.

Aleteos de felicidades por venir son los ruidos de sus aguas al golpear sobre los cuarzos de oro.

Cuando lame los bordes de la escarpadura, los terroncillos despiertan de su sueño prehistórico, se separan del filón aurífero y huyen impulsados por el roce lustral.

Allí principia la circulación del oro.

Sus partículas se desprenden del lodo,