Página:Voz del desierto (1907).djvu/141

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 137 —

las pulpas de las manzanas y de los labios incitantes?

No es extraño, pues, que yo continuase examinando el almácigo, con la misma curiosidad afectuosa de quien se inclina sobre la cuna de los recién nacidos.

Así como éstos alargan sus manecitas para jugar con las estrellas, los pedantísimos retoños hacían señas de familiaridad al firmamento.

¡Quizá tenían derecho!

¿Acaso no eran de estirpe milenaria?

No corría por sus fibras el jugo secreto de lo perdurable?

El vientre grávido de sus semillas maternas, no se había abierto al mundo con retortijones de impulso secular?

Allá, en los pezones de las grandes causas chupaban vigor latente.

Sus filamentos enraizaban en los telares misteriosos de la potencia cósmica.

¡Sí! razón tenían de ser altivos.

Yo era el muy pazguato en reirme de uno de ellos, al verlo acogotado por una mosca beoda de dulzura, que con fruitiva beatitud se lavaba las manos en una chispa de rocío,