Esas gentes tienen admirable habilidad para la canalización. En la región de «Las Minas», por ejemplo, canales que los ingenieros creyeron irrealizables, han sido ideados y abiertos por chilenos, con mínimas expensas. Allí se asombra uno de ver el agua cuesta arriba, faldeando riscos hasta desembocar en una cumbre. Todo eso es obra de un instinto ingénito de raza montañosa, y lo atribuyen á cierto don misterioso de hechicería, especie de hipnotismo, en virtud del cual el agua, al oir determinada frase mágica, emprende su ascensión á la montaña, obedeciendo el curso trazado por el bordón de encantamiento.
Es lamentable que la ley de tierras no dė margen para regularizar la situación de esos colonos, consagrándoles títulos de propiedad lejítima, sobre esos eriales que su energia transfiguró en. prados ubérrimos.
Hoy muchos de esos poseedores viven en permanente consternación, esperando la vi-