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cumplen las leyes groseras de la sensibilidad elemental; pero en el gran radio nervioso que la complementa, reside la esencia pura de la vida, fluyendo de órganos sutiles, cuya vibración obedece á las leyes fisiológicas eternas y precisas.

La estatura de una persona no puede medirse desde la coronilla á las plantas. Ya es tiempo de que se reformen las reglas de filiación hoy en uso. Yo conozco niños de cuna, mil veces, mil leguas más corpulentos que ciertos políticos que se dicen hombres de volúmen.

En cambio, larga es la nómina que tengo ya formada de gigantones vendehumos, que fingen hacer gracia de buenos cuando torturan su abdomen para inclinarse hacia las gentes, y que en realidad de justicia les correspondería caber holgados en una cueva de vizcachas. De los tales he visto unos, que dan ansia de llamar peones de la esquina para desarmarlos, como á los aparadores, cuando dan sus sorpresas de simulación en los umbrales.

Datos tengo muchos; pero la esencia es esta: Entre nuestra persona carnal y nuestro