Mucho dista la humanidad de aprender á respirar.
Esa es operación muy grave y seria.
Por allá en la India los faquires saben algo de eso...
Por aquí no hemos pasado del primer vagido.
Creemos que con aprender á comer mucho y á conseguir que otros no coman, ya somos dueños de la vida.
Ceñirnos una coraza de sebo, impermeable á los fluidos de la altura, he aquí nuestra victoria.
Al que comete el adefesio de mirar á las estrellas, desde algún punto que no sea un observatorio «oficial», lo atisban de reojo los prudentes.
Al que, siquiera sea en metáfora, menciona el «aire libre», le ponen vigilancia policial.
Sólo los médicos que pagan patente pueden recetar esa droga á sus enfermos, y eso en casos de extrema gravedad.
Ante tamañas injusticias, no hay por qué sorprendernos de que el aire sea hoy nuestro enemigo más temible. Los daños que nos