― 215causa en las ciudades, son la reacción precisa de las ofensas que recibe.
Cuando no lo atacan es muy bueno, pero en la ciudad es un pérfido.
Sabe que lo temen y lo odian, y de ahí que sea agresivo.
Con la mejor voluntad del mundo se viene desde muy lejos á brindarnos vida en su enorme copa azul, y nosotros lo recibimos atrincherados en murallas y blindados con los despojos de toda clase de animales.
Se siente resistido, desgarrado, incomprendido y en su despecho brama, ruge y lanza sonrisitas alevosas y porfía y entra y mata.
Poderoso y flexible, apela á toda clase de recursos: ¿Sabe que en algún palacio soberbio se le desafía con pieles y felpas? No importa. Fisga el modo de colarse por algún balcón abierto, entreabre suavemente las cortinas, juega con los encajes y los flecos, aletea con sus alitas de vampiro sobre la frente de la víctima, la besa con malicia, le adormece las carnes con sutiles cosquilleos, v izás!: una agujilla fulminante en los pul-