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de sus átomos bostezase con delicia ante un manjar servido. La impresión de hambre se localiza en ellos.

Cerrando los ojos, cree uno ver en el corazón el incendio de los glóbulos, en chisporroteo jubiloso de ebulliciones irisadas, que exhalan al cerebro nubecillas de humo especular, lentes de ensueño.

El radio de la vida personal adquiere proporciones inmensas.

La conjunción misteriosa de la sangre con los fluidos cósmicos, produce choques hondos, tempestades internas, cuyo relampagueo ilumina de repente episodios de vidas prehistóricas ó mirajes de sucesos por venir.

Al inspirar á boca abierta y pulmón lleno, con atención y conciencia, ciertas brisas del desierto, siéntese la invasión de fuerzas telúricas profundas y de fluidos astrales muy remotos.

Las venas se dilatan con ardores de lavas subterráneas.

Los huesos sienten consistencia y temperatura de cuarzos ignescentes.