Página:Voz del desierto (1907).djvu/271

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 267 —

evaporado durante el día en las minas asoleadas.

Cuando no queda sino medio disco de sol visible de este lado de los Andes, las transiciones de luz son infinitas. Parece que todas las líneas del paisaje se confundiesen y borrasen reflejadas en la hondura de un espejo giratorio. Donde estaban las felpas rojas y las carnes blancas sugiriendo los misterios de una alcoba, se encuentra la mirada con una caverna de ceniza humeante; los estanques rizados por cisnes blancos se transforman en cejas de tiniebla con inmóvil tristeza de lechuzas; y donde el nácar de una nube había perfilado la cadera de una ondina, surgen melancólicos remansos de mercurio.

Cuando el sol ha realizado su tramonto, circula por el cielo una convulsión de calofrío, que va desvaneciendo en gasas de carmín humoso y gris violáceo los grumos intensos que flotaban en lagunas cremosas y azufradas.

Los montes lejanos adquieren un tinte negriazul, que sobre una atmósfera de perla, recalca las sinuosas cintas del confín.