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El vino en los cristales,, el beso entre los labios, y la salud en las mejillas, todo parecía agitado por los hervores de la disolución.

Debajo de esas cejas avezadas á la obscuridad del subterráneo, los celos chispeaban como puntas de acero.

Bajo esas gorras sombrías, los pensamientos enlutados volaban como índios lanza en ristre.

Entretanto, la balanza del ventero, así..así como las demás balanzas de los hombres, robaba oro á socapa.

Mas, como la hora no era adecuada para resolver esos problemas de mecánica moral, yo ganė el patio en busca de mi caballo.

La brisa de nieve llegó á mis pulmones perfumada con esencia de nardos.

Los borrachos aun roncaban afuera, bajo un sudario de escarcha.

El cielo cernía en sus gasas matinales un leve polvillo de sacarina ideal.

Sobre el anca lucia de Chacay, el hielo había deshojado caprichosos jazmines.

Su crin estaba ornada con un fleco de plata.