Plagiado/Prefacio
DOS PALABRAS AL QUE LEYERE
Entre los novelistas que ha producido Inglaterra en estos últimos tiempos, ocupa un lugar prominente Roberto Luís Stevenson, arrebatado por la muerte hace pocos meses en medio de su carrera gloriosa, cuando su maduro ingenio prometía ricos y sazonados frutos que habrían añadido nuevos laureles á los que ceñían su frente. Las novelas de Stevenson, según la opinión de críticos autorizados, han venido á aumentar el caudal clásico de la literatura inglesá, tan abundante en buenas producciones de este género. Los que hayan leído El Caso extraño del Doctor Jekyll, que encierra tan gran enseñanza moral y es un ensayo en lo sobrenatural y misterioso, ó La Isla del Tesoro, llena de incidentes tan variados como interesantes, novelas ambas que vertidas al castellano han tenido mucha aceptación en los países hispano-americanos, hallarán en la titulada Plagiado, que se publica ahora, una nueva prueba de las raras cualidades que, como novelista, caracterizan á Stevenson, y también una nueva faz de su envidiable talento en este linaje de obras.
En la novela Plagiado se refieren las aventuras de un joven escocés, á mediados del siglo pasado, en las Tierras Altas de Escocia, pocos años después de la rebelión del último de los Estuardos, pretendiente á la corona de Inglaterra. Aunque con un fondo histórico, no se crea por eso que es una novela histórica en la verdadera acepción de la palabra. Es una narración de aventuras, cuyo interés no decae un momento, puesta en boca del héroe mismo, David Balfour, en estilo vivo y pintoresco, con tal precisión y naturalidad que nos parece que estamos presenciando las escenas que se describen. Los episodios son en extremo variados, á veces altamente dramáticos; otras veces la narración es una animada pintura de los usos y costumbres de los montañeses de Escocia y, en general, de su estado social en aquellos tiempos. David Balfour y su compañero de aventuras y desventuras, Alán Breck, los dos principales personajes de la obra, son seres de carne y hueso, que conquistan nuestras simpatías, y nos hacen compartir sus penas y alegrías, sus temores y esperanzas. Pero puesto que el que recorriere estas líneas tiene el libro en las manos, léalo sin pérdida de tiempo, y estamos seguros de que no lo cerrará hasta haber dado fin á su lectura. ¡De tal modo sabe interesarnos y subyugarnos el autor con el arte que despliega en la narración de las aventuras de su héroe juvenil!
Nueva York, Noviembre, 1895.