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Prosa por José Rizal/Revista de Madrid

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Prosa: edición del centenario (1961)
de José Rizal
Revista de Madrid
REVISTA DE MADRID[1]


El frío — D. Estanislao Figueras — Nacimiento de una nueva infanta — Bargossi y Bielsa — Al Dr. Velasco-Genma Cuniberti. El Comandante Mayet — La Moderna Idolatría — El miting libre-cambista — El Círculo Hispano-Filipino — Los periódicos de Manila.

El frío ha acentuado.

Los árboles se van despojando de sus pomposas galas, y convertidos en secos esqueletos, completan la melancolía de los nebulosos días. Una fina lluvia, un viento más fino aun, horrible, helado que viene del Guadarrama, como si este le recordase a Madrid que no en vano se levanta al norte; el piso a veces blanco y resbaladizo, una espesa niebla que envuelve todos los objetos en su blanquecino velo, dándoles un aspecto y una expresión particular, he aquí los tonos y matices de este penúltimo mes del año, las sencillas notas de su canto fúnebre entonado a la muerte de la naturaleza.

Con la caída de las hojas, van cayendo también muchos enfermos y ¡cuantos no descienden al sepulcro! Los pordioseros se han aumentado tan pronto como la estación ha traido nuevas necesidades.

¡Felices aquellos cuyo cuarto, alfombrado o esterado, les resguarda del frío; aquellos para quienes arde alegre la amiga llama de la chimenea, aquellos que respiran la tibia atmósfera que rodea la estufa! Para estos la vida es un placer y el mundo, visto al través de los cristales de su balcón, herméticamente cerrados, es un variado y divertido espectáculo.

Cuando barren las hojas secas, desprendidas sin vida de las ramas; cuando a cada aleteo del viento nuevos despojos cubren lo que antes se ha limpiado, nos parece ver los tristes recuerdos, las importunas ideas turbando los últimos días de la vida!

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El doce de este mes ha vuelto al seno de la Madre Tierra, D. Estanislao Figueras, el eminente jurisconsulto, el ilustre demócrata, el expresidente de la República española.

Numeroso cortejo, compuesto de amigos, compañeros particulares y políticos le han acompañado a la última morada.

Muchas casas ostentaban enlutadas colgaduras, coronas y crespones.

Todas las clases de la sociedad estaban representadas: políticos, abogados, médicos, artistas, periodistas, obreros, etc. etc.

Se recordaban sus hechos, sus célebres frases, su honradez y sus altas cualidades políticas.

Un ilustre escritor ha dicho: nosotros damos y devolvemos a la tierra lo que es de ella.

Obedeciendo a esta ley común, todo el mundo se aniquila y muere no solamente para dar a cada uno lo que es suyo, sino para dar la vida a nuevos seres.

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Una hora después nace en la púrpura del trono una hermosa niña, una nueva infanta.

Catorce cañonazos, varios faroles blancos y una bandera blanca también anunciaron al pueblo de Madrid el fausto acontecimiento.

¡Cuántas esperanzas desvanecidas, cuántos proyectos risueños evaporados! Militares, empleados y estudiantes veían en el nacimiento de un infante, galones, ascensos, gracias y dispensas, y echaban allá sus cálculos, esperando más ansiosos que la misma familia real, la hora feliz del alumbramiento.

Así como ha nacido en coronada cuna, al arrullo de las auras palaciegas entre la luz, el poder y el oro; así como a su primer llanto sólo responden voces respetuosas, así sea también el resto de su vida, y mienta una vez más el dicho que la felicidad huye de los artesonados techos.

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Bielsa y Bargossi van a disputarse la corona.

Para el público entusiasta; para los paisanos del aragonés; para los bielsafilos y bargossifilos, ni Napoleón en la víspera de la batalla de Waterloo, ni Augusto preparándose contra Marco Antonio ofrece tanto interés como la lucha decisiva de los dos andarines.

Es la eterna conversación del día.

¿Tú vas a ver a Bielsa? —¿Y tú? —Voy por Bielsa. —Yo también. —¡Pues yo por Bargossi! —¡Bruto! —¡Animal! ¿Cuánto quieres perder? —¿Y tú, Juanito? ¿Cuánto? ¿Cuánto?

Una vez en la plaza y registrados y reconocidos por los médicos, que los declaran sanos y en buenas condiciones, comienzan la carrera.

La condición era dar el mayor número de vueltas en tres horas.

Después de veintidós vueltas Bielsa el aragonés declara no poder seguir corriendo por sentirse indispuesto. Llevaba ya casi media vuelta de ventaja. Es conducido a la enfermería. He aquí lo sublime.

Bargossi, que canta victoria al ver que su adversario se retira de la plaza, en vez de coronas, laureles, o el ramo de encina u otra cosa que indique el triunfo, recibe del público entusiastas botellazos, zapatazos y todos los proyectiles que se encontraron a la mano. ¿Quién, sino el entusiasmo es capaz de dar semejante muestra de apasionamiento? ¡Se diría que es una ovación moderna, realista, a lo Emilio Zola!

Pues no señor, el entusiasmo era por el otro, por el que según el jurado era el vencido.

El público decía que el italiano había narcotizado a Bielsa cada vez que se cruzaban, pues llevaba cloroformo en sus cabellos y en su pañuelo. Se creía engañado, burlado y explotado.

Para contener su ira, que se manifestó contra el italiano y el empresario Ducazcal, hubo menester de intervenir la autoridad armada y numerosa, y aun así no le libró al Sr. Ducazcal el perder todos los botones de su frac.

Las mujeres eran las que se mostraban más furiosas. Bielsa fue después paseado en triunfo, y Bargossi tuvo que salir disfrazado y partir después para el extranjero custodiado y defendido.

¿Qué se diría en el camino?

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La Academia española de Ciencias Antropológicas en el primer mensuario de la muerte del ilustre Dr. Velasco,1 ha celebrado en la Alhambra una sesión para rendirle un piadoso cuanto entusiasta tributo de admiración y gratitud.

Se leyeron poesías delicadísimas, discursos, y otras composiciones llamando la atención el que pronunció el Sr. Letamendi por sus elevados conceptos, por su fondo, por su correcto Carlicismo.

Se coronó después al busto del fundador del más célebre Museo Antropológico que ha visto la España.

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Genma Cuniberti, la niña precoz, la Sarah Bernhardt, en perfecta miniatura, está llamando con justísima razón toda la atención del público madrileño.

Autores eminentes han escrito piezas para ella, solamente para hacer resaltar todo su talento increíble y sus verdaderos conocimientos artísticos. Viste con una propiedad pasmosa, increíble para sus pocos años: expresa con naturalidad y con rara perfección todos los sentimientos. ¡No hay como ella cuando se pone triste y alza los ojos al cielo!

Al verla no podemos menos de acordarnos de Mil hombres y Mil mujeres. Con una educación apropiada con buenos maestros pueden ser otros tantos Cunibertis.

Ella es el amor, el cariño, y la alegría de muchos párvulos que la ven salir y representar distintos papeles. Los adultos y los viejos no cesan de admirar su extraordinaria precocidad.

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El Comandante Mayet2 sigue llevando a las altas regiones del aire a todos los representantes de las sociedades y suciedades de la tierra. Un periodista, una señorita, un empresario, un burro y un novillo, merced a él han salido de las bajas esferas a remontarse a extraordinarias elevaciones.

Antes iba a explorar las regiones del aire un torero; yo no sé por qué no siguió. Un novillo parece que, al ver su timidez, le reta en esa plaza infinita donde no hay barrera ni picadores.

¿Qué se diría el burro, el pobre paria del trabajo, cuando saliendo de sus habituales oficios vió que se levantaba y elevaba sobre los hombros, sus verdugos? No se habría imaginado el sentir que le cargaban y llevaban, él sólo sabía cargar y llevar, no se habría imaginado que el Cielo se compadecía, al fin, de sus miserias y, ¡en pago de su virtud le llevaba a gozar de los dilatados campos llenos de paja y cebada!

Se espera que el Comandante Mayet lleve después consigo a un pobre cesante para nuevo Satanás, enseñarle tras el panorama de Madrid, tentarle con su riqueza y magnificencia, después ochenta o más días de ayuno y abstinencia rigurosa.

No falta quien ha llamado a Mayet el Comandante Noé.

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La Moderna Idolatría, así se llama un drama estrenado en Apolo, producción del conocido autor señor Cano.

El público no lo ha recibido con frialdad sino con terror y, a veces, repulsión.

El argumento del drama es bastante rebuscado y poco natural en ciertos pasajes: tiene escenas hermosísimas, verdaderas obras maestras de sentimiento y fuerza como la de la madre y la hija. Casi todos los personajes son antipáticos, repugnantes, y hubo momentos de verdadera ansiedad, como que tres veces se coge el revólver, que pasa de mano en mano. Es una violenta y brutal sacudida la que se recibe a su representación.

Se esperaba otra cosa mejor de la reconocida pluma del Sr. Cano.

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El Domingo 26, la sociedad libre-cambista ha celebrado en los salones de la Alhambra un mitin para tratar de las reformas arancelarias.

El Sr. Figuerola presidió: expuso en breves y concisas palabras el objeto de la reunión. Hablaron los Sres. Castañeda, Padregal, Azcárate, Moret y Rodriguez.

El auditorio era numeroso y escogido: entusiastas aplausos interrumpían los discursos.

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El Círculo hispanofilipino3 ha publicado ya el segundo número de la Revista.

Nuestras excusas, Suscrición nacional, El regio alumbramiento, La enseñanza industrial y artística en Filipinas, La Causa de Surigao, Crónica de Manila, Crónica de la quincena Manila y Actas y documentos: son los artículos publicados.

Esta Revista, la única expresión de la colonia filipina en esta Corte, lucha con muchos obstáculos para su sostenimiento y progreso. De sus hermanos y compatriotas espera protección y apoyo.

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La impresión producida por los periódicos de Manila, llegados ayer, por el triste y horroroso relato de las pérdidas y desgracias acontecidas y sufridas en el país en donde todos ven una patria, familias y amores, es indescriptible, profunda, dolorosa.

Un ¡ay! una exclamación de dolor y de espanto se oía a cada noticia desgraciada, y ¡todas las que daban los periódicos eran desgraciadas!

En tanta miseria y dolor, la colonia filipina envía a su país y a sus familias la sincera expresión de su dolor y luto.

Madrid, 2 de noviembre de 1882

Laong-Laan


NOTAS

^1.  Dr. Velasco, además de ser fundador del Museo Antropológico, fue un eminente antropólogo.

^2.  El Comandante Mayet, un francés, murió en la noche del 28 de enero de 1883, porque cuando bajaba su globo aerostático "se enganchó en una chimenea la barquilla y por salvarle el Capitán Mayet a su compañero cayó a la calle desde un quinto piso…" (Véase la carta de Rizal, Madrid, 29 de enero de 1883.)

^3.  Antes de la llegada de Rizal a Madrid, se fundó el Círculo por la colonia de filipinos y algunos españoles. Rizal celebró la fundación, ingresó como socio, pues era un centro de unión para los filipinos y publicaba una revista, que podía ser un vehículo de propaganda y de acción de los intereses filipinos. Pero decayó a los pocos meses y a Rizal le disgustó la política de la revista, que era muy prudente, y no se atrevía a tocar las cuestiones públicas. En fin, por falta de recursos, murió a principios del 83 la revista con el Círculo.



  1. Se cree que esta revista y otras escribió Rizal para el Diariong Tagalog en Manila, pero este periódico no se publicó mas después de algunos números.
    Ms. está en la Biblioteca Nacional.