Recordación Florida/Parte I Libro VI Capítulo IV

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CAPÍTULO IV.

De otras imágenes milagrosas y de gran devoción que hay en la iglesia del convento de San Francisco de esta ciudad.


Tan frecuentada de los fieles se ve la capilla de la imagen del Santo Eecce-homo, de la iglesia de mi patrón San Francisco, como la que en el precedente capítulo acabamos de referir. Es esta imagen una de las estimables reliquias que tiene Goathemala: su estatura es del tamaño del natural, tan viva y lastimosamente herido y cárdeno, y tan pavorosamente abstracto, que el mirarlo pone reverencia y miedo. Está sobre una basa sentado, con los triunfos y adornos de la clámide, caña y corona de espinas, y la mano derecha aplicada á la mejilla divina: tiene los ojos de vidrio, con que parece estar vivamente mirando á quien le mira; mas con tanta tierna y suprema compasión, con tan sereno y confuso sentimiento, que saca las lágrimas al corazón más duro, y los suspiros á la boca del alma más rebelde. Lo decente y primoroso de su divino culto es como de piedad y atención franciscana, sin que en él eche nada menos la devoción y decencia más esmerada y pía; y con especialidad es más esmerado su adorno en los viernes de la Cuaresma, que se goza la divina, soberana y devota imagen sin el decente previo culto de la vidriera. Sale de la capilla, este herido, y lastimado Rey el Jueves Santo en la tarde, á cargo del ejemplarísimo y docto clero, como hermanos de la archicofradía de la Santa Veracruz, que fundó el día 9 de Marzo del año de 1533 el venerable prelado licenciado don Francisco Marroquín, y fué su primer cofrade.[1] Para esta devota procesión, desde el año de 1674 nombra la cofradía y elige dos sacerdotes seculares por comisarios deste paso, que sacan á hombros, debajo de palio, y va delante todo el clero con sobrepellices y velas de cera blanca en las manos.

Está esta ilustre cofradía al cargo y cuidado de la nobleza, para su disposición y gobierno, y fué grandísima la vigilancia y rigor que en otros tiempos hubo, en cumplir los estatutos, de no recibir en ella persona que no fuese notoriamente noble, y así, era acto positivo mostrar la patente ó cédula de ser hermano ó cofrade de la Veracruz; y aun hoy, con ser que están los tiempos tan corrompidos y miserablemente profanados, arguye calidad y sustancia de persona, considerándola hermana desta santa cofradía. Tiene por insignia, sobre vestidura blanca, escapulario y cruz verde: tiene por sus primeros oficiales dos alcaldes, que llevan el estandarte en la procesión; solían serlo un oidor y un republicano, hoy lo son dos caballeros ciudadanos: tiene cuatro diputados y un mayordomo, que se eligen de los más experimentados y cuerdos de la nobleza para el gobierno de sus cosas. La principal insignia desta santa ilustre congregación es la Santísima Cruz, que tiene de plata, con peana de la misma rica estimable materia, y en el atravesaño de los brazos otra pequeña cruz, del sagrado madero en que nuestro divino y caritativo Redentor ejercitó el remedio de nuestra universal redención, que sale la misma tarde en la procesión, en hombros de sacerdotes y debajo de palio. La imagen del Santo Hecce-homo no es propia de la archicofradía; mas siendo de la religión, es lo mismo que si lo fuera. Trajo á Goathemala esta santa imagen de Yucatán, cuando aquella provincia estaba sujeta á esta Audiencia, y aquellos conventos á la visita del Provincial de Goathemala, uno de los provinciales primitivos de aquellos tiempos, ó por devotamente aficionado á la imagen, ó por considerarla con poco culto.

Dejo de referir la arquitectura y lo rico del retablo de la capilla de la Santa Veracruz, por no alargar con digresiones los discursos, y abultar y crecer demasiado este tomo: baste decir quees maravilloso, y de pulida y atenta como superior orden de arquitectura corinta, cuyo rico y superior esmero se debe á las limosnas de algunos cofrades devotos y al católico cuidado y mucho suplemento del costo que ha hecho el capitán D. Fernando de la Tubilla y Gálvez, y paso á decir, como en el mismo templo de San Francisco, en el retablo del altar mayor, en la calle de en medio y en el primero cuerpo, siguiendo el orden del arrancamiento y sitio del Sagrario, en una urna cristalina, se venera la santa cabeza y brazo del Santo Cristo de Trujillo, que despedazaron y improperaron los rebeldes y pérfidos herejes de Holanda el año de 1642, en aquella ciudad saqueada y quemada por ellos; siendo traídas estas santas y preciosas reliquias á Goathemala, con tierna y devota compasión, por Fr. Anselmo de las Huertas: y aquí con sagrados y piadosos cultos, con jubileos y una devotísima y edificativa procesión, el Miércoles Santo, por la mañana, se predican y ejercitan los desagravios de tantos sacrílegos improperios, que fuera de separar y desunir los santos miembros de su sagrada divina efigie al golpe violento y atrevido de rabiosas descomulgadas manos de aquellos herejes, manifiesta una sangrienta y rota herida al extremo derecho del labio inferior, de donde dicen que al tiempo de recibirla de aquellos impulsos sacrílegos, vertió de ella la sangre que hoy se manifiesta haber corrido de su cisura, que como de un cuerpo natural se ve desunido y separado el un cutis del otro. Es verdaderamente hermosísima y edificativa su divina imagen, y que la hace más venerable y devota el celo y cuidado de su atentísimo culto; pues sólo gozan los fieles el consuelo de verla y venerarla una sola vez en el año. Pasa lo privilegiado y favorecido de esta edificativa casa y seráfica familia, en los dones admirables de singulares reliquias, á unas ventajas de primera; pues fuera do las ya referidas en su magnífico y hermoso coro, en la reja que mira á la iglesia, en una admirable y excelente tribuna, tiene por objeto particular de su devoción continuada, y tanto como de su puntual vigilante culto adornada, una bellísima 7 sobremanera perfecta imagen de la Santísima Virgen María señora nuestra, puesta de rostro á la silla superior del coro, y algunas veces la vuelven al pueblo. Generalmente es conocida por el título de la Virgen del Coro. No hay memoria que asegure que esta santísima y devota señora haya salido del lugar de su veneración más de una sola vez, por el año de 1663, por el motivo y con ocasión de que, por los principios de Julio del referido año, no había caído sobre la árida y seca tierra una sola gota de agua, cuando lo ordinario y regular del tiempo del invierno en estas partes es empezar por el mediado floreciente Mayo. Pero en tan grande general miseria recurrió, confiada, la devoción y fe popular al pozo inagotable, á la fuente perene de aguas vivas, María Santísima, trayéndola en procesión general de rogativa del coro de San Francisco á la capilla mayor de la santa catedral iglesia, donde estuvo una noche y un día, alcanzando, á instancias de su piedad y misericordia, socorro abundante y pronto de las piadosas y liberales manos de su clementísimo y piadoso hijo, para este pueblo necesitado y devoto, que le consiguió instantáneo en frescas pluvias de escarchados rocíos, con prosecución de procelosas y frecuentes abundantes lluvias, que sólo dieron lugar, en sereno término de tiempo limitado, para que la soberana y liberal Princesa volviese al tálamo y sagrado reclinatorio de su ráfica casa.

  1. Libro de Cofradía, fol. 2.